Hay ocasiones en que el reconocimiento puede ser esquivo; un terreno donde no sólo basta con el talento, sino que también se requiere una pequeña ayuda del azar. O al menos así es como ocurrió con la carrera de Hum, quienes, a falta de esa porción de suerte, tuvieron un silencioso pasar durante la década de los noventa. Hoy, a veintidós años de su último trabajo, la banda encuentra en “Inlet” una oportunidad para tomar revancha, perfilándose como un retorno inesperado y una de las obras más sólidas de su discografía.
Pese a su interesante propuesta al desarrollo de la escena alternativa, la historia de Hum está marcada por un éxito que nunca despegó. Hace 25 años, el conjunto de Illinois tuvo su mayor rotación con el single “Stars”, perteneciente a su tercer disco, “You’d Prefer An Astronaut” (1995), ofreciendo un sonido que reúne elementos de post-hardcore, rock alternativo y shoegaze. Aunque la propuesta significó una novedad, e incluso una importante influencia para bandas que sí lograron un éxito masivo (como el caso de Deftones, con su ábum “Around The Fur” de 1997), el conjunto no alcanzó la gloria, desencadenando una inminente separación el año 2001.
Si bien, Hum retornó a los escenarios durante la década recién pasada, se caracterizaron por mantener un ritmo esporádico y discreto, que no daba muchas luces del trabajo en camino. Lejos de ser un insípido disco de retorno, “Inlet” adquiere un valor significativo gracias a la cohesión de un sonido que suena fresco, y hasta mucho más fortalecido. Sólo hace falta escuchar los primeros segundos de “Waves” para transportarse hacia un sonido con evidente reminiscencia a los años noventa, donde la masa rítmica y envolvente de la canción se conjuga con el relato melancólico de Matt Talbott. Con la misma fuerza, “In The Den” se compone de riffs bien articulados y arreglos etéreos, en una fórmula que recuerda a nombres como The Smashing Pumpkins y My Bloody Valentine por partes iguales.
Mediante un ritmo lánguido, “Desert Rambler” se sumerge en la atmósfera etérea que se va desarrollando a lo largo del disco, asimilando la sensación de ensueño gracias a una lírica introspectiva. Sin perder el ímpetu del inicio, “The Summoning” avanza como uno de los momentos en que mejor se aprecia el cuidado equilibrio en la producción, donde la intensidad pareciera estar perfectamente contenida, a pesar de ser contundente e intensa. El cierre de este viaje onírico concluye con “Shapeshifter”, despidiéndose con suavidad de una obra que se construye a partir de la nostalgia como base, pero que trasciende más allá, la que, si se ve como un todo, da cuenta de la actual madurez de la banda.
A un cuarto siglo de la truncada trayectoria de Hum, pareciera que finalmente la banda comienza a acercarse hacia su merecido reconocimiento. Y, si bien es una fórmula que ya se ha experimentado bastante, la consistencia de “Inlet” es el justo resarcimiento de una banda pionera que aún suena con vitalidad. Al contrario de cómo suele ocurrir con los discos de reunión, se trata de una obra que fácilmente puede darles un segundo aire y retomar con firmeza el lugar que siempre les ha correspondido.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.