En tiempos donde internet nos da acceso a conocer la música de bandas pertenecientes a los lugares más recónditos del orbe, todavía no somos capaces de poner verdadera atención a los nuevos trabajos que salen de nuestro propio territorio. Peor aún, la mayoría de los músicos emergentes del país presentan su material en los medios digitales de forma gratuita, esperando que algún oyente ponga atención en un registro que, muchas veces, pasa colado entre la gran cantidad de música que circula por el mundo. Las dificultades se acrecientan en un país sumamente centralizado; si ya es difícil para una banda capitalina el poder hacerse notar, para una de provincia la tarea se vuelve algo titánico. Una de las agrupaciones que ha querido ir contra la corriente es Errante, oriundos de Rancagua, quienes celebran el lanzamiento de su nuevo larga duración titulado “Punto de Quiebre”, el tercero de una carrera que comenzó a fines de la década pasada y que, a pesar de su corta vida, ha sabido labrarse un prometedor camino de la mano de una propuesta interesante, que merece ser rescatada del mar de discos olvidados.
Errante bebe de las influencias del nü metal, teniendo a bandas como Deftones como uno de sus principales referentes, y cuya influencia sonora se hace notar en gran parte de los cortes presentes en “Punto de Quiebre”. El trío, conformado por Jebu (guitarra y voz), Felipe Rebolledo (bajo y coros), y Gustavo Pinto (batería), se la juega por hacer rock/metal alternativo en un país que pide a gritos un recambio en la escena musical. Con este disco, Errante se erige como un grupo que puede aportar elementos interesantes para lograr ese recambio.
A pesar de que comienza tibio, “Punto de Quiebre” va mostrando de a poco sus cartas, sosteniéndose principalmente en las poderosas secciones instrumentales, que se transforman en la mayor virtud de este disco. Dejando a los instrumentos fluir, es cuando Errante muestra lo mejor de su propuesta. Ya en “Terapia”, el segundo corte del LP, se puede disfrutar el poder del trio en su plenitud, rememorando obligatoriamente a agrupaciones de la talla de Tool, y enganchando por el poder e intensidad que logran. “Sin Pies Ni Cabeza” es un claro ejemplo de esto, comenzando como una canción que no sale del canon que nos ofrecen el resto de las bandas del género, pero que en su sección final explota y se convierte en uno de los mejores temas del disco. Este desequilibrio es un problema que se mantiene a lo largo de todo el disco, y en muchas ocasiones se siente aún más notoria debido a lo plano de las líneas vocales cantadas por Jebu, cuya voz parece no calzar con todas las composiciones del álbum. “Planeta Distante” adolece de estos dos problemas, sintiéndose fuera de lugar, plana y no consecuente con la virtud que se muestra en el resto de las canciones. Por otra parte, “Caminata Lunar” se deja escuchar con un coro efectivo y donde la voz y los instrumentos logran encontrar una armonía. Así también ocurre en la poderosa “Deus Ex Machina”, donde podemos escuchar a Jebu en un registro mucho más duro y directo, que da ese plus al corte. Sería bueno que, en futuros lanzamientos, se estudie con mayor detalle el tema de la voz, ya que es uno de los elementos vitales para marcar la identidad de una banda.
Ese sería el único reparo con una placa que en su segunda mitad tira toda la carne a la parrilla. “Nunca Es Tarde Para Aprender A Volar” se mete por terrenos stoner, psicodélicos, y hasta espaciales, dando paso al clímax del álbum con “Punto de Quiebre”, la canción que da nombre al disco y se levanta como “la” gran canción del registro, suficiente para justificar una escucha a un grupo de jóvenes músicos que están haciendo un trabajo más que interesante.
Para terminar, “Cuando Me Perdí En Tus Ojos (Y Nunca Regresé)” es una composición íntegramente instrumental (sólo disponible en el disco físico a modo de bonus track), donde podemos encontrar las mismas atmósferas espaciales que maravillosamente recrean bandas como Explosions In The Sky, fusionadas con los pasajes más desérticos y furiosos de Kyuss. Un gran tema para cerrar un álbum que goza de numerosas virtudes, las cuales aplastan cualquier defecto perfectamente corregible. Bien por Errante que, jugándosela como muchas otras bandas de nuestro país, ha logrado hacerle frente a los obstáculos y dar a luz a un conjunto de canciones que vale la pena escuchar y, mejor aún, conservar en la memoria.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.