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Courtney Barnett – “Things Take Time, Take Time”
Cuando Courtney Barnett irrumpió y su nombre ganó un espacio privilegiado en la exitosa y explosiva escena australiana, una de las cosas que más se le destacó fue su novedosa escritura. Con letras graciosas, agudas e ingeniosas, la artista de Melbourne le mostró al mundo diversas viñetas de la vida alrededor de la isla oceánica. Su estilo lírico, sumado a sus guitarras crudas y directas, evocaban destellos solares y humor playero, entregando frescura a una fanaticada que encontraba en ella a una comunicadora cercana y sencilla. Pero el tiempo ha pasado y ese lejano “The Double EP: A Sea Of Split Peas” (2013) ya es cosa del pasado. Hoy Courtney es otra y su momento también exprime otras sensaciones. En “Things Take Time, Take Time” ya no está ese pulso juvenil y rabioso de sus primeros tres trabajos, sino que las sensaciones son más calmas e íntimas, mostrando la versión más escondida de una mujer que disfruta con la soledad y la introspección.
No es que este nuevo disco entregue una versión totalmente diferente de Barnett, pero sí muestra matices que no había explotado con anterioridad. Pese a que sus guitarras por momentos recuerdan a su glorioso “Sometimes I Sit And Think, And Sometimes I Just Sit” (2015), la propuesta aquí es otra. Las notas absorben en un bucle emocional y meditativo, provocando un viaje al interior, y no al exterior, como en sus otros trabajos. La pandemia y la vida le han dado la sensación de que no hay que correr, de que, como dice el título del disco, las cosas también toman su tiempo.
Y así, canciones como “Rae Street”, Here’s The Thing” o “Before You Gotta Go” muestran esa calma agradable, esa nueva Courtney, una que, según sus propias palabras, es una persona feliz y que atraviesa un momento de esplendor tras una etapa difícil. Hace un tiempo, al conversar con este medio, dijo: “Para conocer la alegría, tienes que haber pasado algún tipo de problema, dolor o frustración. La alegría es algo que viene después”, una declaración que queda más que clara al escuchar el disco. Atrás quedaron las penas amorosas y las dudas inevitables que produce un mundo que se cae a pedazos; ella toma eso para avanzar y reír.
Pero algo pasa en la segunda mitad de “Things Take Time, Take Time”, que se rompe la meditación y los pies comienzan a recordar y sacudirse con el antiguo estilo de la australiana. “Turning Green” es un punto de inflexión y una de las mejores piezas del disco, y las baterías digitales son también el destello estelar de uno de los puntos más atractivos del LP. Programadas por Stella Mozgawa, quien también estuvo presente en la producción y en la ejecución de otros instrumentos, los ritmos eléctricos de la canción otorgan una nueva vibra a la escucha, un despertar y un regalo para aquellos fanáticos más apegados a los sonidos antiguos de Courtney, algo que es evidente en “Take It Day By Day”, la única canción del disco que pudo haber estado perfectamente en alguno de sus álbumes anteriores.
De esa forma casi nostálgica, el disco tiene un aire renovado cuando empieza a terminarse; un lapsus que desordena, pero que nos recuerda que la chica de Melbourne no ha tenido una metamorfosis ni mucho menos, sino que sólo contó su mundo y sus vivencias de otra forma, y que en unos años donde todo hemos aprendido a ver la vida de otra forma, ella también. “Things Take Time, Take Time” no será el disco que rompa los charts ni que opaque sus explosivos primeros trabajos, pero sí es el trabajo donde Courtney es más honesta y donde muestra sin temor sus pesares y sus reflexiones. La cantautora estrella de la camada australiana no ha perdido ni un toque de creatividad lírica, ni galones en el plano musical, todo lo contrario: creció y encontró nuevas formas de expresión, y todo gracias a tomarse las cosas con calma en medio de la tormenta.
Artista: Courtney Barnett
Disco: Things Take Time, Take Time
Duración: 33:58
Año: 2021
Sello: Milk! / Mom + Pop / Marathon Artists
Discos
Weyes Blood – “And In The Darkness, Hearts Aglow”

Tres años pasaron desde que Natalie Mering estrenara el cuarto trabajo de estudio de su proyecto Weyes Blood, llevándose el reconocimiento general y un sinfín de aplausos con una obra tan completa como “Titanic Rising” (2019). Aunque la artista se acostumbraba a las buenas críticas, las expectativas serían aún mayor al momento de enfrentarse a un próximo larga duración, misión que tiene pendiente con la llegada de “And In The Darkness, Hearts Aglow”, un trabajo donde la premisa de oscuridad absorbe gran parte de la trama, pero que la interpretación desde el corazón la transforma en una obra con una belleza e intensidad por partes iguales, haciéndole justicia a su título, más allá de las palabras. Todo esto se debe a la manera en que el disco se desarrolla, así como las capas que resisten el análisis o de cualquier prejuicio a la profundidad y efectividad de dichas composiciones.
Desde las distintas aristas que podamos darle a este disco, el principal factor que resalta es la capacidad de Natalie Mering a la hora no sólo de componer canciones, sino que también de la impronta que aplica en la producción, con una serie de colaboradores cooperando en aquella misión. Y es que desde la apertura con “It’s Not Just Me, It’s Everybody” demuestra cómo las cosas siguen su curso desde donde quedaron la última vez y, así, poder identificar de entrada los elementos que hacen de esta obra una sucesora de “Titanic Rising”, ya que es la propia intérprete quien describe este LP como el segundo en una trilogía que comenzó con su lanzamiento anterior. Si bien, prácticamente todas las canciones tienen la intervención de un arreglista externo, todo esto debido al trabajo que los músicos Ben Babbitt y Drew Erickson aplican en gran parte de los tracks, el componente personal se siente no sólo desde la interpretación, sino también desde donde Mering estructura su obra.
De esa forma de estructurar es cómo podemos ver el funcionamiento secuencial de inmensas composiciones, como “Children Of The Empire” o “Grapevine”, en las que Weyes Blood se luce en una interpretación muy rica en detalles, donde su voz logra tomar primer plano incluso con una sección instrumental tan cuidadosa y robusta como la que implementan en la guitarra y batería los hermanos Brian y Michael D’Addario, ampliamente reconocidos como el dúo The Lemon Twigs. Entre el sinfín de influencias y comparaciones que recibe la artista, los nombres de Brian Wilson y Karen Carpenter siempre estarán presentes en la manera compositiva e interpretativa, respectivamente, pero lo cierto es que Natalie ha sabido nutrirse de esos elementos para entregar un enfoque fresco y de manera más directa, evitando plagios o reminiscencias tan explicitas en su música. Un ejemplo de ello es la melancólica “God Turn Me Into A Flower”, donde la hipnótica presencia vocal de Mering se toma cada espacio con una delicadeza e intensidad que ha transformado en sello propio.
“Hearts Aglow”, por otra parte, encierra un poco los tópicos y componentes sonoros de esta quinta obra de estudio de Weyes Blood, aplicando correctamente términos líricos y musicales de la melancolía y contemplación personal, pero a la vez dejando entrever esas fisuras que permiten entrar a un plano más luminoso y optimista. Los arreglos siguen tan impecables como en cualquiera de las canciones de este disco, pero su desarrollo inminente hacia el interludio “And In The Darkness” le dan una cara única, con el carácter más ligado al pop barroco, poniendo énfasis en la experimentación, sobre todo considerando la presencia de una canción como “Twin Flame” que, contraria a la mayoría, carece de arreglistas externos y se centra en las propias ideas de la intérprete. Luego del tormentoso paso de “In Holy Flux”, el disco cierra con “The Worst Is Done” y “A Given Thing”, sumando 10 minutos donde tenemos desde el lado más juguetón hasta el más apasionado, aristas opuestas en el amplio rango interpretativo de Mering.
Siempre es complejo analizar una obra cuando se pueden tomar tantas referencias a la hora de desmantelar su estructura, pero lo cierto es que es en ese ejercicio donde verdaderamente podemos notar cuánto hay de inspiración y de reinterpretación, o si, en el peor de los casos, existe algún atisbo de plagio. Los artistas más nuevos enfrentan el gran problema de un panorama musical a veces desgastado, donde todo fue inventado y nadie puede ser el primero a la hora de querer aplicar sus ideas o entregar una versión más fresca de algo que ya esté arraigado en el oído colectivo. Lo de Weyes Blood no es por ninguna parte algo novedoso o diferente a muchos discos que podamos oír previamente, pero su principal gracia se encuentra en cómo esos elementos se presentan e interpretan, y ahí es donde la artista se desmarca de sus pares y logra salir adelante como una compositora que tiene mucho que ofrecer con su arte. Cinco discos y sólo aciertos es algo que pocos pueden contar, sobre todo a una edad tan temprana, donde el legado musical no puede hacer otra cosa que reforzarse de aquí en adelante.
Disco: And In The Darkness, Hearts Aglow
Duración: 46:22
Año: 2022
Sello: Sub Pop