Cómo Asesinar A Felipes nos tiene mal acostumbrados a sembrar expectativas en la espera de cada uno de sus lanzamientos, en un círculo vicioso que, por lo general, se resuelve satisfactoriamente. Este año el panorama no es distinto: tras la experimentación con sonidos más digitales en “MMXX” (2020), trabajo en cierta forma emparentado con el trip hop, resultaba difícil prever la dirección que tomaría la banda de mierda. La respuesta fue “Luz, Figura y Sombra”, un retorno al formato de álbum conceptual, que además sirve como antología de las diversas evoluciones en el sonido de los chilenos.
Siempre dispuestos a jugar con las formas y conceptos, lo nuevo de CAF está compuesto por tres movimientos, algo similar a lo desarrollado en “Elipse” (2017). La particularidad está en que estos son homónimos, tanto con el álbum y entre sí, encontrándonos así con “Luz”, “Figura” y “Sombra” I, II y III. En sus diferentes formas, las canciones se estructuran y subdividen en torno a estos tres conceptos, aportando sus propias particularidades conceptuales que se intercalan en lo largo de la obra.
“Luz”, aquello simbólicamente representado como pureza, es también la sensación que se transmite en el álbum, pues, bajo este nombre encontramos todos los temas instrumentales; música en estado puro, aún no corrompida por la palabra, que toma diferentes formas. Desde arreglos de piano y orquesta, junto a la electrónica de samples habitual al mando de DJ Spacio, o en una suite en estilo jazz de cámara que nos recuerda los primeros años de la banda, pasando por una pieza de guitarra de Raimundo Santander, colaborador incansable y hoy flamante nueva incorporación de CAF, quien remplaza al emblemático Sebastián Muñoz, quien se despide de la agrupación entregando en “Luz, Figura y Sombra” sus últimas grabaciones con la agrupación.
En los segmentos de “Figura”, de alguna forma se habla de lo concreto, de lo inmediato, dado que CAF se presenta en su faceta entre maquinas, donde las frecuencias y beats digitales se apoderan del entorno. Al amparo de las rimas de Koala Contreras, todo fluye en una atmósfera de tensa calma, la cual estalla para darle paso a “Sombra”. Casi en contraposición a sus predecesores, el tercer tópico de álbum nos confronta a la banda en su versión más agresiva y oscura, retornando al sonido análogo y crudo, con tintes psicodélicos de álbumes como “Comenzará De Nuevo” (2012) o el mencionado “Elipse”. Acá encontramos al quinteto en su forma más genuina, y, por consecuencia, destemplada, disparando versos furibundos y haciendo vibrar en lo alto esa música dolorosa que nos obliga a pensar cosas.
Al igual que su antecesor, “Luz, Figura y Sombra” es un trabajo profundamente influenciado por el particular contexto social que atraviesa nuestro país o, como en más de una vez ellos mismos han sentenciado, una obra visionaria frente a lo que ocurrirá. La frase “la vida imita al arte” cabe de cajón, pues Cómo Asesinar A Felipes continúa siendo vidente, predicador y testigo de su época, transmitiendo a través de su música la incertidumbre que nos rodea a raíz de la pandemia y, especialmente, el proceso de cambios sociopolíticos. Aunque sean difíciles de ser catalogados como masivos, y a pesar de sus líricas crípticas, la proximidad entre su caótica propuesta y nuestra caótica realidad reafirma por qué siguen siendo una de las bandas que mayor atención llama en la escena local e internacional.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.