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Chaos Divine – Colliding Skies
Published
8 años agoon
El proceso que debe vivir una banda para encontrar su sonido característico y diferenciador, generalmente dura años y es una parte oscura para sus oyentes, pues se da en el contexto de su génesis. De ahí que, salvo algunos casos, cuando una agrupación ha lanzado su disco debut, ya ha trazado las líneas generales de su sonido, el cual, con el paso de los años, experimentará cambios más o menos bruscos en la medida que los músicos vayan buscando respuesta a sus intrigas creativas. No obstante, en el caso de los australianos Chaos Divine, la búsqueda de su contraste musical particular se ha extendido a su tercer disco, “Colliding Skies”, pues en él se puede apreciar que aún sus integrantes no están definidos en cuanto al espacio que quieren ocupar en el metal, aspecto que no es negativo en lo absoluto, pero que sí provoca que se cometan ripios debido a la cantidad de elementos que buscan concatenar en cada canción. Lo anterior es lamentable, puesto que se puede advertir fácilmente desde el inicio, con “Landmines”, que la banda tiene talento de sobra.
En efecto, si bien el álbum puede ser catalogado como progresivo, tal etiquetación se debe a que las composiciones se van desdibujando desde un metal agresivo hasta intentos por hacer un rock de tintes gloriosos, que muchas veces no ensambla bien en la estructura general de los temas. Ejemplo de lo anterior es “Painted With Grey”, cuyo coro altera el natural trance que tiene la canción; y lo mismo ocurre con “Before The Dawn”, en donde la voz de David Anderton es la encargada de apagar la intensidad inducida por las cuerdas de Simon Mitchell y Ryan Felton, y la base rítmica del Ben Mazzarol. Esto conlleva a que la constante en este trabajo sea la redundancia, es decir, si se escuchan de una pasada los 56 minutos de duración del disco, es difícil diferenciar completamente un tema de otro, yerro que por lo demás es atribuible a la producción del opus, mezquina con los matices y texturas interesantes que incorpora la banda, y demasiado preocupada de buscar una perfección en la voz.
En tal sentido, ocurre una especie de carambola con las intervenciones del vocalista. A lo largo de todo el disco se puede apreciar que tiene un registro notable, siendo capaz de llegar a notas muy altas con una evocación profunda, lo cual aporta épica al relato musical que propone Chaos Divine. No obstante, su exagerada utilización en la mayoría de los temas hace que tal registro no sea memorable, eliminando además la individualidad que intentan aportar los compases del bajo y guitarra, con la estructura perfecta que incorpora la batería. Apoyando esto, se pueden mencionar temas como “Badge Of Honour” y “Mara”, que justamente son excelentes creaciones que no logran entusiasmar como tales por el uso excesivo del recurso vocal de ínfulas fatuas.
Pero por otra parte, lo anteriormente señalado no alcanza para catalogar al álbum como deficiente. “Colliding Skies” contiene canciones que realmente están bien logradas, precisamente porque en ellas la banda dio en el clavo en cuanto a cómo hacer uso de su aptitud. Verbigracia, “Tides” debe ser sin duda alguna una de las grandes composiciones en lo que va de este año: todos sus elementos debidamente acompasados en pos de la grandilocuencia que busca el tema, resultando algo que puede ser clasificado como un Journey más denso y pesado. Asimismo, son destacables “Soldiers” y “The Shepherd”, en donde la banda se escucha natural, sin fricción en la voz, con métricas simples en la batería y guitarras, que quizás por descuido del productor por fin no resultan “ahogadas”.
En resumen, “Colliding Skies” es un disco más ambicioso que su predecesor, “The Human Connection” (2011), en cuanto a la búsqueda de nuevas expresiones artísticas que nutran la música de los australianos, lo que resulta acertado por extensión parajes. Sin embargo, una producción demasiado sancionadora del talento de la banda, junto con una excesiva añadidura de partes a temas que podrían haber sido célebres, provocan una sensación de vaguedad respecto a qué es lo que se está escuchando. En cualquier caso, queda claro que Chaos Divine es un grupo que tiene todas las condiciones para explotar como uno de los grandes del metal progresivo contemporáneo, sólo que en esta oportunidad cometieron algunos errores no forzados que empañaron un cuadro que se veía casi perfecto.
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“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
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Artista: GEL
Disco: Only Constant
Duración: 16:25
Año: 2023
Sello: Convulse Records
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