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Hellfire Hellfire

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black midi – “Hellfire”

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No había presión, no había urgencia, sólo había buenos comentarios de black midi con su tremendo debut “Schlagenheim” (2019) y su impecable sucesor “Cavalcade” (2021), pero la banda quiere más y no pierde el tiempo para presentar “Hellfire”, su tercer larga duración, y la obra que los consagra definitivamente como una de las fuerzas creativas más impactantes que se recuerden a tan corta edad. Existe cierta atención y un poco de presión sobre la banda luego de dos trabajos tan conciliadores como sus primeros discos, y es un hecho que, luego de las buenas críticas de su segundo larga duración (elegido el mejor de 2021 por nuestro medio), el camino de black midi seguiría desarrollándose por esa senda que mezcla lo teatral y lo ruidoso, tomando una serie de temas, personajes, analogías y ritmos a cada minuto.

Todo esto genera una experiencia ruidosa, pero vertiginosa, donde Geordie Greep hace muy bien su labor de frontman a la hora de establecer al oyente en distintos contextos, narrando historias e introduciendo personajes que poco a poco van construyendo una mitología en torno a la música del trío, siempre con analogías a canciones anteriores o incluso guiños dentro de este mismo disco. Es con “Hellfire” que la banda introduce el grueso de tópicos que aborda esta obra, en sus primeros minutos transitando por terrenos conocidos con cortes como la esperada versión de estudio de “Sugar/Tzu” para los más fanáticos, o los primeros singles del disco, “Eat Men Eat” y “Welcome To Hell”, donde black midi atraviesa una serie de estilos musicales con un elemento común: la atípicamente estructurada narrativa de sus canciones.

Cuesta entender con claridad cuál sería el concepto general en un disco que cambie de mensaje como cambia de sonidos, y eso es una virtud entre comillas que la banda sabe aprovechar para dar rienda suelta a todo el caos sonoro que presentan en sus shows en vivo y que, ahora más que nunca, ha logrado plasmar en el estudio con el resultado que emana de estas canciones, todas con una cohesión y composición muy claras de manera no sólo individual, sino que también en el relato general del LP. Nada de esto sería posible sin el impecable trabajo de Morgan Simpson en la batería, quien aterriza y le da el cuerpo suficiente a toda la vorágine en que Greep y el bajista Cameron Picton se encargan de ejecutar con una precisión quirúrgica y una urgencia acelerada, con chispazos provenientes de los músicos de sesión que permiten expandir aún más el canon sonoro, ya que el trabajo de Kaidi Akinnibi en saxofón y Seth Evans en piano y teclado entregan los contrastes apropiados para una sección rítmica que no escatima en recursos para ejemplificar la pomposidad y también el absurdo de toda la acción que ocurre durante el disco.

Si la banda describe a “Cavalcade” como una obra de teatro, ha acertado en etiquetar a “Hellfire” como una película de acción bélica, donde el empalagoso y estrepitoso ritmo de la acción no genera más que un momento de entretención, pero con una factura y calidad impecables. Donde se produce el momento más calmo es en “Still”, con Picton a cargo de la voz para poner la pausa necesaria y darle un cierre a la primera mitad de estas diez canciones que no entregan descanso alguno en su alucinante desarrollo. Con esto, es obvio que “Half Time” literalmente marca el respiro antes de un clímax imparable, donde se introduce a “The Race Is About To Begin” afirmando que es “una canción como ninguna otra”, y vaya con cuánta razón, si con 7 minutos y 15 segundos de pura locura la banda completa demuestra su maestría y la posesión de todas las credenciales necesarias para tomar la batuta del rock progresivo, con una intención creativa que va mucho más allá de demostrar quién toca mejor y más rápido sus instrumentos.

Con este disco, particularmente, black midi logra dar con uno de los elementos que le faltaban para completar los clichés estéticos del progresivo, dando paso a un universo cohesionado no sólo en el apartado gráfico de sus discos, sino que también en la vereda musical. Sumado a todo eso, la exploración que aborda “Dangerous Liaisons” es una demostración de que la banda no es sólo ruido, derribando de inmediato cualquier prejuicio recién creado por alguien que haya escuchado la canción anterior del disco por primera vez. Existen expectativas y puntos de vista distintos sobre el conjunto, pero al momento de que ellos mismos estén conscientes de aquello, es cuando pueden sortear cualquier tropiezo, principalmente a la hora de caer en contextos casi de autoparodia, como la melosa teatralidad de “The Defence”, una de las canciones más hermosas compuestas por la agrupación en toda su carrera, o el apocalíptico cierre con “27 Questions”, donde black midi adopta algunas reminiscencias del metal para transformarlas en una canción estridente, furiosa, dramática, épica y capaz de encapsular todos los elementos que dan forma a su música, sin ningún error de por medio.

En tiempos donde todo está creado, la novedad viene de la mano con tomar lo establecido para contar una propia versión en vez de seguir la norma de replicar todo de principio a fin, y esto es algo que se ha conversado en incontables ocasiones a la hora de analizar el trabajo de las bandas más jóvenes como es el caso de black midi. Lo cierto es que, más allá de esas reglas no escritas, es curioso ver cómo están resistiendo de manera tan valiente el paso del tiempo bajo una sociedad e industria donde pasamos rápidamente de un producto a otro. Y es que con tan solo cinco años de historia han entregado una trilogía de discos que quedarán establecidos en un período del tiempo para su debate en el futuro. El cielo es el límite dicen, pero con una banda tan consciente y con tantos estímulos dando vueltas, esa premisa queda delegada a mucho más. Con este disco, black midi se consagra definitivamente como un referente esencial para comprender la música moderna, debido a que “Hellfire” es un trabajo donde las canciones, los instrumentos, los quiebres, las letras, y todo elemento, viene de todas partes y al mismo tiempo.


HellfireArtistablack midi

Disco: Hellfire

Duración: 38:54

Año: 2022

Sello: Rough Trade


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Discos

Weyes Blood – “And In The Darkness, Hearts Aglow”

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Tres años pasaron desde que Natalie Mering estrenara el cuarto trabajo de estudio de su proyecto Weyes Blood, llevándose el reconocimiento general y un sinfín de aplausos con una obra tan completa como “Titanic Rising” (2019). Aunque la artista se acostumbraba a las buenas críticas, las expectativas serían aún mayor al momento de enfrentarse a un próximo larga duración, misión que tiene pendiente con la llegada de “And In The Darkness, Hearts Aglow”, un trabajo donde la premisa de oscuridad absorbe gran parte de la trama, pero que la interpretación desde el corazón la transforma en una obra con una belleza e intensidad por partes iguales, haciéndole justicia a su título, más allá de las palabras. Todo esto se debe a la manera en que el disco se desarrolla, así como las capas que resisten el análisis o de cualquier prejuicio a la profundidad y efectividad de dichas composiciones.

Desde las distintas aristas que podamos darle a este disco, el principal factor que resalta es la capacidad de Natalie Mering a la hora no sólo de componer canciones, sino que también de la impronta que aplica en la producción, con una serie de colaboradores cooperando en aquella misión. Y es que desde la apertura con “It’s Not Just Me, It’s Everybody” demuestra cómo las cosas siguen su curso desde donde quedaron la última vez y, así, poder identificar de entrada los elementos que hacen de esta obra una sucesora de “Titanic Rising”, ya que es la propia intérprete quien describe este LP como el segundo en una trilogía que comenzó con su lanzamiento anterior. Si bien, prácticamente todas las canciones tienen la intervención de un arreglista externo, todo esto debido al trabajo que los músicos Ben Babbitt y Drew Erickson aplican en gran parte de los tracks, el componente personal se siente no sólo desde la interpretación, sino también desde donde Mering estructura su obra.

De esa forma de estructurar es cómo podemos ver el funcionamiento secuencial de inmensas composiciones, como “Children Of The Empire” o “Grapevine”, en las que Weyes Blood se luce en una interpretación muy rica en detalles, donde su voz logra tomar primer plano incluso con una sección instrumental tan cuidadosa y robusta como la que implementan en la guitarra y batería los hermanos Brian y Michael D’Addario, ampliamente reconocidos como el dúo The Lemon Twigs. Entre el sinfín de influencias y comparaciones que recibe la artista, los nombres de Brian Wilson y Karen Carpenter siempre estarán presentes en la manera compositiva e interpretativa, respectivamente, pero lo cierto es que Natalie ha sabido nutrirse de esos elementos para entregar un enfoque fresco y de manera más directa, evitando plagios o reminiscencias tan explicitas en su música. Un ejemplo de ello es la melancólica “God Turn Me Into A Flower”, donde la hipnótica presencia vocal de Mering se toma cada espacio con una delicadeza e intensidad que ha transformado en sello propio.

“Hearts Aglow”, por otra parte, encierra un poco los tópicos y componentes sonoros de esta quinta obra de estudio de Weyes Blood, aplicando correctamente términos líricos y musicales de la melancolía y contemplación personal, pero a la vez dejando entrever esas fisuras que permiten entrar a un plano más luminoso y optimista. Los arreglos siguen tan impecables como en cualquiera de las canciones de este disco, pero su desarrollo inminente hacia el interludio “And In The Darkness” le dan una cara única, con el carácter más ligado al pop barroco, poniendo énfasis en la experimentación, sobre todo considerando la presencia de una canción como “Twin Flame” que, contraria a la mayoría, carece de arreglistas externos y se centra en las propias ideas de la intérprete. Luego del tormentoso paso de “In Holy Flux”, el disco cierra con “The Worst Is Done” y “A Given Thing”, sumando 10 minutos donde tenemos desde el lado más juguetón hasta el más apasionado, aristas opuestas en el amplio rango interpretativo de Mering.

Siempre es complejo analizar una obra cuando se pueden tomar tantas referencias a la hora de desmantelar su estructura, pero lo cierto es que es en ese ejercicio donde verdaderamente podemos notar cuánto hay de inspiración y de reinterpretación, o si, en el peor de los casos, existe algún atisbo de plagio. Los artistas más nuevos enfrentan el gran problema de un panorama musical a veces desgastado, donde todo fue inventado y nadie puede ser el primero a la hora de querer aplicar sus ideas o entregar una versión más fresca de algo que ya esté arraigado en el oído colectivo. Lo de Weyes Blood no es por ninguna parte algo novedoso o diferente a muchos discos que podamos oír previamente, pero su principal gracia se encuentra en cómo esos elementos se presentan e interpretan, y ahí es donde la artista se desmarca de sus pares y logra salir adelante como una compositora que tiene mucho que ofrecer con su arte. Cinco discos y sólo aciertos es algo que pocos pueden contar, sobre todo a una edad tan temprana, donde el legado musical no puede hacer otra cosa que reforzarse de aquí en adelante.


Artista: Weyes Blood

Disco: And In The Darkness, Hearts Aglow

Duración: 46:22

Año: 2022

Sello: Sub Pop


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