Hace tan sólo unas semanas, Isaac Wood, vocalista de Black Country, New Road, anunciaba en redes sociales que dejaba la banda por temas de salud mental. La noticia, sorpresiva, sembró un manto de dudas sobre el futuro del grupo, sin embargo, el también sorpresivo lanzamiento de “Ants From Up There”, su segundo LP, dio luces del futuro de los ingleses.
A tan sólo un año del aclamado “For The First Time”, Black Country, New Road apuesta por un sutil giro en su ya elaborada propuesta. Si en su primer álbum exploraron y enloquecieron con una mezcla extensa de elementos, en este trabajo logran sonar mucho más aterrizados y maduros. Y, si bien, la madurez como característica la adquirieron de inmediato con su arriesgado primer trabajo, hoy la banda suena como si su trayectoria fuera vasta y de vuelta. La energía de “Ants From Up There” radica en sus inquietos vientos, su a ratos compleja estructura con una fuerte combinación de elementos, y sus letras menos ambiguas. Todas características que han sido el grueso de la agrupación desde su debut, pero que en este trabajo se condensan en un resultado más redondo.
Desde las voces y sus movimientos, “Ants From Up There” plantea un ejercicio más allá de sus referentes y sus cualidades. Dejando a un lado las comparaciones que sitúan a este disco cerca de las fronteras de bandas como Arcade Fire en su época más art rock, Black Country, New Road se desperfila con canciones como “Concorde” o “Good Will Hunting”, pasando por introspecciones como “Haldern”, donde es clave la reunión de vientos, guitarras y líneas de bajo, hasta llegar a un elaborado final de más de 12 minutos.
Esta característica, única de una banda que a ratos coquetea con la idea del post-punk, pero que se pasea sin temor entre figuras más complejas e incluso solemnes, es clave para entender y marcar diferencia de su opera prima. Seguramente el ahora sexteto buscaba precisamente alejarse de la frescura juvenil de su primer y alabado debut, siendo capaces de lograr un disco que además capta su esencia en vivo, siendo una experiencia sonora que no suena artificial, sino más bien orgánica.
Este nuevo trabajo de Black Country, New Road demuestra que, pese a su juventud, la banda ha sido capaz de entregar elaboradas piezas con una fineza y sincronía que difícilmente pueda lograr un conjunto de siete miembros. Es la calma de Wood en su manera de interpretar y escribir, o los arranques desgarradores de percusión (“Snow Globes”) que se cruzan con la inocente intención de hacer piezas intensas, pero nunca pretensiosas.
“Ants From Up There” podría redefinir ciertos parámetros dentro de estas nuevas formas de interpretar la música, más allá de las etiquetas y situándose en la misma vereda de sus amigos Black Midi o The Spirit Of The Beehive. Bandas con un futuro y una actitud única al rescate de buenas canciones.
Y es que este LP no plantea la épica búsqueda para una banda joven, sino que pareciera ser que esa banda fijó y encontró el final del camino para su breve, pero intensa historia. Con dudas en torno a su futuro, sin shows en el corto plazo y con mucha expectativa, Black Country, New Road deja un dulce sabor con un honesto y completo trabajo, que, si bien no se apreciará con su clásico desplante en vivo, vivirá de la mejor manera en cada escucha.
“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.