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Arctic Monkeys – “AM”
Published
10 años agoon
Es fácil exagerar con las bandas de gusto masivo, tanto en las expectativas como en los apelativos, negativos y positivos. Más aún con aquellas bandas a las que la prensa y los artículos se les han dado con facilidad a lo largo de su ascenso meteórico. Es el caso de los últimos consentidos de la prensa inglesa, Arctic Monkeys, quienes han construido una carrera sin mayores sobresaltos con base en la reinvención y en el uso de su imagen, mezclado con canciones innegablemente pegajosas y exitosas.
Desde que se dieron a conocer, Alex Turner y los suyos han sido capaces de armar hits pop usando los códigos del rock, desde el sonido británico más clásico como el de The Kinks, hasta el árido stoner que ha tenido Josh Homme y Queens Of The Stone Age a una inspiración clara, más que en el sonido, en los fundamentos básicos de la propuesta (“Humbug”, 2009), hasta en el pop rock que llegó con los innegables ganchos de “Suck It And See”, su último lanzamiento de 2011, que hizo que todo el mundo preguntara cuál será la dirección de lo nuevo de Turner, Helders y los suyos. Y el camino elegido para el nuevo LP de la banda, “AM”, fue echar mano a la cada vez más renovada música “negra”, con el R&B y el blues como influencias nuevas y agregados eficaces a la hora de dar nuevos matices y énfasis en el desarrollo de las composiciones siempre clásicas y con letras inteligentes de Alex Turner, pero el álbum carece de una explosión catártica de los temas, sello que entrega Helders con su confiable y potente batería, y fue capturada por la cadencia de este nuevo sello, que no se toma por completo –por suerte- la onda rockera que había perfeccionado Arctic Monkeys en sus últimos álbumes, derivando esto en uno de los shows en vivo más apetecidos del orbe.
Por supuesto que las canciones tienen el potencial de ser grandes éxitos en un concierto a estadio lleno, como la filosa “I Want It All”, donde la guitarra se toma el ritmo, y uno de los puntos cúlmines de la cosecha sonora de este álbum: los falsettos provistos por Matt Helders y Nick O’Malley, sorprendentemente bien logrados, y suavizando sin dudas el siempre severo color del canto de Alex Turner, que tiene toda la profundidad de un crooner de big band de los 50’s, tal como destaca en la que posiblemente es la mejor canción del disco, “No. 1 Party Anthem”, composición excelente, que rescata el romanticismo que a ratos se le extraña a este confiado y “matador” Alex, que se luce en otras canciones como “Cornerstone”.
Pero no por mucho que las expectativas sean altas, esto querrá decir que un disco suena mejor o peor. Díganselo a Daft Punk, que generó un hype excesivo para un álbum que difícilmente esté en el top 3 o top 5 del año, pese a no sacar un mal LP. Y por ello es que es criticable la presencia floja de “R U Mine?”, track efectivo para potenciar la imagen de Arctic Monkeys como chicos rockeros, pero que tiene una carencia de matices tal, que rigidiza el track anterior y primer sencillo de “AM”, la correcta “Do I Wanna Know?”, pese a que sí presenta buenos matices que le permiten escapar del olvido. Lo mismo pasa con “One For The Road”, que inexplicablemente está puesta en tercer lugar, perpetuando esa sensación de estar escuchando la misma canción muchas veces. Aquello se quiebra con “Arabella” que, pese a tener un riff casi calcado a “War Pigs” de Black Sabbath, por lo menos presenta atisbos de buen pop y un armado que no se basa tanto en el tándem imbatible pero sobreutilizado de Helders con O’Malley.
Si bien el hip hop, el blues y el R&B no se advierten con tanta facilidad, es inevitable pensar en que sí existe un groove mucho más cercano al funk y que la interpretación vocal de Turner transita con éxito entre el cantante de hip hop y el de blues, con dosis iguales de líricas directas y movidas, y afectación emocional en su entonación. La segunda mitad del álbum es mucho más sólida, partiendo con la excelente y minimalista “Mad Sounds”, que claramente se toma de la influencia de Velvet Underground para armar otro portento del álbum, mientras que el siguiente track, “Fireside”, se toma del tipo de desarrollo en capas y el in crescendo sonoro que destaca como influencia de otro ídolo de la banda, Richard Hawley. El aura del de Sheffield reposa más que en el sonido, en la forma de entregar las líricas, que a ratos deslizan sinceridad, tal como en el segundo sencillo, “Why’d You Only Call Me When You’re High?”, que deja de lado la imagen invulnerable que ha cultivado (inexplicablemente) Alex Turner, para demostrarse un poco más frágil, sin perder ese magnetismo de macho-alfa que le ha hecho ganar tantas fans, todo ello condimentado con otro trabajo magistral de la base rítmica de batería y bajo de Helders y O’Malley.
El tridente final comienza con la movida y muy R&B “Snap Out Of It”, bañada de una orquestación delicada, de muy buen gusto, seguida de la juguetona “Knee Socks” y que culmina todo en la oscura y –otra vez- R&B “I Wanna Be Yours”, con una base sencilla que se la quisiera Abel Tesfaye con su The Weeknd, pero que logra en la vocalización efectiva de Turner y los falsettos de Helders y O’Malley culminar en una salida de excelencia para un disco afectado por las expectativas, pero también por la carencia de buen tino en algunas decisiones. ¿Por qué juntar tres canciones con sonoridades tan similares al inicio del álbum, condicionando la recepción de la obra completa, cuando el álbum presenta tantos (y tan buenos) colores? ¿Por qué dejar a Helders como una fuerza rítmica monótona aunque fuerte para las canciones, cuando es de los pocos bateristas en la actualidad que son capaces de armar verdaderos solos con sus baterías, enriqueciendo las composiciones?
Todo esto dicho, y en clave de pregunta, como gustan de hacer los Arctic Monkeys, al final nos lleva a pensar en la portada, con esas ondas irregulares y carentes de mucho sentido, entre las cuales subyacen las letras “AM”. Así pasa con este disco que, en sus momentos menos llamativos, es donde más sorprende y más calidad logra, y –lo mejor de todo- es que esto es por gracia de las canciones y no de un líder carismático o de una batería estridente o un bajo sexy.
Disco: AM
Duración: 41:42
Año: 2013
Sello: Domino
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“Hardcore these days is kinda fucking cool”, sentencia una de las voces en el collage de grabaciones que se escuchan en “Calling Card”. Se trata de la sexta de diez canciones que componen “Only Constant” y es bastante certera en su apreciación. Hoy en día, la escena hardcore atraviesa un refrescante momento de proliferación en los distintos circuitos subterráneos del mundo. Y es que, si bien el hardcore y el punk componen una nutrida e ininterrumpida contracultura, resultaba necesario actualizar los cuestionamientos en torno a este estilo. Con discos como el de GEL, el intercambio generacional se hace latente, mediante un sonido visceral hecho por y para las nuevas generaciones.
En el primer álbum de estudio y en solitario de la banda de New Jersey, la mixtura entre lo nuevo y lo tradicional es de los primeros puntos interesantes que merecen una revisión. Ya sea en la estética o la conformación de los miembros, como también en el contenido de sus canciones, es notorio que los intimidantes y trillados estereotipos se pasan por alto; sin embargo, la crudeza de un sonido cavernario sigue tan latente como en aquellas bandas de hardcore en los ochenta. Justo homenaje también hace la portada, con un arte en blanco y negro que esconde una reminiscencia a exponentes del anarco punk inglés, como los pioneros Crass o Rudimentary Peni.
Con sólo una decena de canciones en un total de 16 minutos, GEL ofrece una fulminante embestida sonora en su estado más elemental. Desde los primeros acoples de guitarra en “Honed Blade”, la banda desarrolla su compromiso con una fórmula cuya máxima es la aspereza del ruido. En este aspecto, el carisma de Sami Kaiser en la voz logra transmitir aquella urgencia destructiva, con gritos aguerridos que destilan la agresiva actitud del quinteto. Como un cúmulo de puñetazos cortos pero arrolladores, “Fortified”, “Attainable”, “Out Of Mind” y “Dicey” repasan la primera mitad del disco en unos comprimidos siete minutos, donde los constantes cambios de velocidad entregan un caótico viaje de exigente ejecución.
Durante el único respiro a lo largo de “Only Constant”, el interludio “Calling Card” se perfila como una llamativa y experimental forma de presentarse como banda. A través de la voz de sus fanáticos, GEL dibuja una declaración de principios donde, entre otras cosas, dejan en claro su identidad abanderada con lo “freak”. Con menos de un minuto de duración, “The Way Out” retoma la rapidez predominante; “Snake Skin” es una alusión sin mayores rodeos a las personalidades hipócritas; mientras que “Compossure”, la más extensa del álbum, se despide en poco más de 170 segundos con una de las canciones más distorsionadas de un álbum de por sí ruidoso.
Sin mucha cabida para sobreanalizar, “Only Constant” es una pieza de ferocidad que no entrega puntos medios: se le aprecia por su simpleza, o simplemente pasa desapercibido por aquellos que no son convocados por esta breve experiencia de caos. En un álbum que se siente con las vísceras, el prometedor “debut” de GEL le da voz a una nueva generación de hardcore punk, jugándosela por la importancia en lo no verbalizado, y posicionándose con coherencia sin caer en repetitivas caricaturas.
Artista: GEL
Disco: Only Constant
Duración: 16:25
Año: 2023
Sello: Convulse Records
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Bastian
10-Sep-2013 at 5:31 pm
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Felipeage
10-Sep-2013 at 11:08 pm
No me gustó la reseña. Basar la crítica en el desempeño de Turner y Helders es tan pobre como analizar un disco de los Beatles según la ejecución de Lennon y McCartney.
Esteban
12-Sep-2013 at 3:52 pm
Creo que el album suena elegante, soul y todo lo que quieran, pero creo humildemente que le falta un poco de rock y eso es lo que haceque el dico se valla desinflando al poco andar y suene un poco plano y algo latero. Solo una opinion
Brianstorm
23-Sep-2013 at 7:08 pm
NME sacó un playlistsobre la influencia acá http://open.spotify.com/user/nme.com/playlist/6F5gEFTCx8WpPashaSWegL