La versatilidad y proliferación son consideradas grandes fortalezas en la industria del cine. Un director que sepa adecuarse a distintos géneros y que trabaje de forma rápida y eficiente, sin que estos factores afecten la calidad de la obra final, es el sueño de estudios y audiencias, que saben que tienen la seguridad de confiar en el individuo en cuestión. Ambos términos se aplican perfectamente a la filmografía de Steven Soderbergh. Ha probado ser uno de los directores más prolíficos de la industria, con decenas de títulos a su haber como resultado de un trabajo de poco más de dos décadas, en las que no resulta raro que en un año determinado se sepa de más de un estreno del director, un logro que se torna aún más sorprendente si se considera la dedicación en la elaboración de la película y el resultado de esta, muchas veces con buena acogida.
La carrera del norteamericano despega rápidamente con su ópera prima, “Sex, Lies And Videotape” (“Sexo, Mentiras y Video”, 1989), película que debuta en el Festival de Cannes, donde gana la Palma de Oro, convirtiendo a Soderbergh, a sus 26 años, en el director más joven en ganar el premio máximo de dicho festival. La película, una crónica de la vida sexual de un grupo de adultos, se convierte en un éxito también fuera de la competencia y lo establece como uno de los talentos jóvenes a tener en cuenta.
En los ’90, tras el innegable éxito de “Sex, Lies And Videotape” y con la confianza de un realizador joven emergente considerado una promesa, Soderbergh decide continuar con las películas de corte independiente, incluyendo el biopic “Kafka”, la experimental “Schizopolis” (protagonizada por él mismo), y la bien recibida “King Of The Hill”(1993), que marca su regreso a Cannes. Sin embargo, ninguna alcanza la repercusión de su debut y pasan principalmente desapercibidas.
Sintiendo que estaba siendo encasillado en la escena indie de los ’90, el director decide extenderse e intentar un esfuerzo más comercial con el fin de acceder a la parte de la industria de la que no estaba siendo parte. Es así como se lleva a cabo “Out Of Sight” (“Un Romance Peligroso”, 1998), thriller que cuenta con los populares George Clooney y Jennifer Lopez, el que se convierte en un éxito y sitúa a Soderbergh como un director que puede arreglárselas también con un estudio mayor. Luego vendría la que muchos consideran su mejor obra: “The Limey” (“Vengar La Sangre”, 1999), aquella historia de melancólica venganza, protagonizada por viejos monstruos de la actuación como Terence Stamp, Lesley Ann Warren y Peter Fonda, en una clase magistral de guión y montaje.
En 2000 recibe la mayor exposición a nivel internacional que había tenido hasta el momento, debido a dos de sus estrenos más grandes hasta la fecha. “Traffic”, que muestra cuatro historias interlineales relacionadas con el tráfico de drogas, se convierte en su más grande éxito desde su debut, y “Erin Brokovich”, un biopic legal liderado por Julia Roberts. Ambas cintas son elogiadas por la crítica, además de demostrar ser muy atractivas en la taquilla, y le valen a Soderbergh dos nominaciones al Oscar por Mejor Director en el mismo año, distinción que nadie había tenido desde los años ’30.
Pero su incursión más notoria en el cine comercial, y por la que el nombre del director le suena a la mayoría de la gente, es “Ocean’s Eleven” (“La Gran Estafa”, 2001). La película, remake de la cinta del mismo nombre de 1960, es una comedia sobre un grupo de estafadores que planean robar un banco. Con un elenco que incluye a George Clooney, Matt Damon y Brad Pitt, se convierte en la película más taquillera de la carrera del director, en una de las más populares del año, y genera dos secuelas. Sin embargo, el haber logrado llevar a cabo una cinta de gran presupuesto, protagonizada por algunos de los nombres más grandes de la industria, no significó que Soderbergh tomara la decisión de irse por la ruta comercial y dejar de lado producciones de menor escala. Es así como, alrededor de las películas de “Ocean”, el director estrena proyectos más modestos, como la metafísica “Full Frontal” (“Todo Al Descubierto”, 2002), “The Good German” (2006), cinta en blanco y negro que evoca el cine negro de los ‘40, “Bubble” (2005), con un reparto totalmente amateur; y “The Girlfriend Experience” (2009), minúscula producción protagonizada por una actriz de cine porno.
La versatilidad de Soderbergh no sólo se manifiesta a la hora de abordar temas y géneros distintos, sino también en su capacidad para adaptarse a los requisitos estéticos y narrativos de la historia que quiere contar, sin permitir que un sello propio se imponga en un afán por distinguirse, insistiendo en no ser “marca” a la que las audiencias se puedan acostumbrar y desechar. Conociendo la industria desde ambos lados; desde las superproducciones lideradas por estrellas y las pequeñas colaboraciones independientes con menos recursos, Soderbergh empieza a declarar su insatisfacción respecto al estado en que se encuentra Hollywood y tras el estreno de su saga sobre el Che Guevara en 2008 (“Guerrilla” y “El Argentino”), que declara sus últimas películas “serias”, el director toma la decisión de inclinarse por proyectos que lo entretuvieran más y satisficieran a la audiencia, reconociendo que ya no tiene nada que probarle a nadie.
Decepcionado de la poca libertad que el sistema de estudios hollywoodense le da a los directores, escéptico respecto a la existencia de nuevas formas de narrar historias audiovisualmente y reconociendo un hastío y falta de inspiración, Soderbergh empezó a jugar con la idea de retirarse del cine en el año 2011, una declaración inesperada que llamó la atención de muchos. Sin embargo, desde entonces ha realizado tres películas más, poniendo en marcha otro de sus acelerados procesos de producción. Estas fueron “Contagion” (“Contagio”, 2011), un drama sobre una epidemia mortal con un elenco de grandes nombres; “Haywire” (“Agentes Secretos”, 2012), protagonizada por una luchadora de artes marciales profesional con poca experiencia como actriz; y “Magic Mike” (2012), sobre un grupo de strippers masculinos. Los tres proyectos tuvieron buena acogida tanto crítica como financiera, y nuevamente se hizo evidente este sello de Soderbergh de abordar distintas temáticas y géneros que resultan en películas competentes que se producen en poco tiempo.
Hay quienes indican que esta última tira de películas, invalida los dichos anteriores sobre sus intenciones de retiro, pero se dice también que es en el apuro por salir de la industria que Soderbergh está expulsando rápidamente todas las historias que quiere contar. Recientemente ha anunciado que su última película a mostrarse en cines antes de su retiro definitivo será “Side Effects” (“Efectos Colaterales”, 2013), que se estrenará en Chile el 9 de mayo. Esta es un thriller sobre los peligrosos efectos que una medicina experimental tiene en una joven, y lo reúne con Channing Tatum, protagonista de sus últimas dos películas.
Más allá de lo que signifique que uno de los directores contemporáneos más exitosos busque abandonar la industria cinematográfica debido a un descontento respecto al estado actual de esta, si la decisión de Soderbergh de retirarse se hace efectiva y demuestra ser permanente, habrá dejado a su haber una filmografía vasta y diversa, oscilando entre producciones grandes y pequeñas, adaptaciones y creaciones originales, que varían de género en género e incluso incursionan en lo experimental, dejando en claro que Steven Soderbergh siempre hizo el cine que quiso hacer.
A mediados de diciembre llegará finalmente “Avatar: The Way Of Water“, nueva obra de James Cameron y secuela de la película de 2009 y que cuenta con un casting compuesto por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Kate Winslet. Hoy tenemos el trailer oficial de la cinta, cuya historia se sitúa una década después de los eventos de la primera cinta, contando la historia de la familia Sully, Jake, Neytiri, y sus hijos, abordando su dinámica familiar y los constantes problemas en las batallas que deben mantener para seguir con vida.