En el último tiempo, algunos descomunales títulos nos han llevado hasta lugares impensados para situar sus historias; desde la mente de una niña, hasta el inferno hecho desierto y una apacible casita de la costa chilena. Como existen intenciones vigorosas, esos espacios, esos sitios físicos en donde transcurren algunas historias, se transforman en parte esencial de aquellas cintas, y de cierta forma no se podría penetrar totalmente en esos mundos sin la elección primordial: dónde instalar el relato y cómo hacerlo. Son filmes que inscriben con especial suntuosidad el dónde, al mismo nivel del qué y del quién. Si no fuese porque hay mentes brillantes detrás, esos lugares no quedarían en la memoria ni parecerían componentes tan trascendentales, pero los referidos son casos favorables. Tanto Pixar (Pete Docter y Ronnie del Carmen, en este caso) como George Miller y Pablo Larraín los convierten en parte activa de la película, en una composición central del arte, al unirlos delicada y compositivamente al carácter que poseen sus personajes, motivaciones y relatos. En las cercanías de Alaska, en su eterna nevazón, se sitúa “Revenant: El Renacido” de Alejandro González Iñárritu, y lo logrado por ella tiene ese rasgo distintivo. Sentimos su palpitar, su salvajismo, su brutalidad, al tiempo que lo narrado se acuña con la misma piedra.
En el Estados Unidos de comienzos del siglo XIX, Hugh Glass (Leonardo DiCaprio) y su hijo (Forrest Goodluck) forman parte de una expedición que recolecta pieles, viéndose enfrentados constantemente al peligro. Un día, mientras terminan sus labores, deben resistir el feroz ataque de una tribu de nativos americanos, que los superan por completo y los obligan a escapar en una balsa con la mercancía que alcanzan a rescatar. Con un contingente disminuido, el capitán Andrew Harry (Domhnall Gleeson) decide confiar en el conocimiento de Glass para continuar con el viaje, pese a la resistencia de John Fitzgerald (Tom Hardy), quien aboga por no seguir sus indicaciones. En medio de esa hostilidad, Glass vive un suceso que hará más dura la situación para el grupo y lo dejará más aferrado que nunca a su hijo.
Aunque por todos lados se han destripado otros pormenores de la cinta, no hace falta más que conocer quiénes son los protagonistas y el punto de inicio. No tanto porque el devenir de la trama sea el corazón de la película, sino que por el simple hecho de que no hay nada más satisfactorio que sentarse en la butaca conociendo los menores detalles posibles. Más si el título escogido es un filme que por todos lados califica como uno de los momentos cúlmines de la cartelera. Como uno de esos instantes en que hay que darse una larga pausa para admirar las virtudes del cine en su máxima expresión. Tal como sucedió en gran escala con “Mad Max: Fury Road”, cinta con la que “Revenant: El Renacido” comparte la lúcida relevancia otorgada al lugar en el que transcurren y también el efecto que provocan: el éxtasis, el asombro descomunal. Resultados artísticos hasta los que llegan mediante el poderío de sus imágenes, que transitan caminos que parecían desiertos, y los lineamientos simples pero macizos de lo narrado.
La película de González Iñárritu, nada más lejos del clásico relato de sobrevivencia, conquista ese punto exacto de genial balance entre la adversidad a enfrentar y la desolación de los parajes, con el viaje íntimo. Y una de sus apuestas es desligarse de la palabrería y las explicaciones sobrepuestas. Los apuntes al pasado del protagonista son lo único que a momentos emerge y para ello las imágenes son las escogidas para transmitir. Algo totalmente acorde para esta cinta, una de esas benditas obras en que la cinematografía es todo lo que necesita para lograr sus propósitos.
El mexicano, asociado una vez más con su compatriota Emmanuel Lubezki en la dirección de fotografía, establece una cámara en movimiento y pegada al cuerpo de los personajes, con focos que tienden a desfigurar levemente los rostros y entornos. Desde su opening shot, las definiciones son radicales y se mantienen firmes y deslumbrantes a través de toda la película. Se persigue profundizar en el viaje de Glass mediante la continuidad de la acción, con largas secuencias que calan hondamente en el entendimiento del accionar de sus caracteres, apareciendo con fuerza el sentido coreográfico de la puesta en escena de “Birdman” (2014). Cuando el relato inhala, surgen planos generales que dan cuenta de la inmensidad del lugar e ilustran el contrapunto abismal entre la desgracia de la humanidad y la vastedad del entorno. Por la intención con la que está puesta la cámara, el drama y sus personajes se tornan palpables; se sienten sus carnes, sus respiros, sus jadeos. Leonardo DiCaprio se esfuma detrás de la piel de Hugh Glass y, mediante una interpretación que progresa desde la contención a la explosión, llenando la pantalla con su fuerza interpretativa, la cinta se hace más grande. En un filme en que lo expresado en palabras es menor, su cuerpo y su rostro quedan al desnudo y son probablemente la mitad de la película. Los otros actores son dirigidos con igual firmeza, y todos –en particular un radiante Tom Hardy– dan la talla. Todos, con González Iñárritu a la cabeza, alineados, en una perfecta conjunción de grandes talentos.
Por la vigorosidad narrativa e interpretativa, “Revenant: El Renacido” oculta de evidencias las decisiones involucradas en su concepción, para dejar sólo lo que importa: el cine. Su músculo y su ímpetu la avivan hasta convertirla en un título indispensable, pero es ineludible lo mucho que supone para su director esta cinta. El cineasta mexicano hace tan solo un año estrenó una película que ya marcaba un giro, al dejar atrás sus largometrajes acerca de historias dolorosas e interconectadas, que comenzaron en “Amores Perros” y que encontraron un primo muy lejano en “Biutiful” (2010); “Birdman” proponía la farsa y la continuidad del metraje como sostén de un discurso que la misma cinta extrañamente no compraba por completo. Una propuesta audaz y excitada que, despejada de todos sus artilugios expresivos, no convergía en un filme grandioso, pero marcaba un viraje del director con su anterior obra, temática y narrativamente, aunque mantenía su discurso como un fin que implicaba sacrificar en el camino lo que fuese necesario.
De todas sus películas, “Revenant: El Renacido” es la más prístina, la más limpia, la más bella, probablemente porque está menos obligada a proponer y salir airosa de ello. Si bien tiene una búsqueda estilizada en su cinematografía, está intacta de aderezos innecesarios. Es, a la larga, una cinta de pliegues simples y que, consciente de ello, pone lo mejor de sí para honrar la tradición de lo que es este arte en su versión más brutal y cruda. El cine también puede dejar huella cuando lo narrado es acotado, sobre todo si detrás hay intenciones tan viscerales y laten sentimientos y no sólo ideas. Queda la humanidad desnuda, queda la vulnerabilidad del paraje, queda el eterno tránsito de almas que al final buscan lo de siempre.
Únete a la familia global de Metallica el jueves 13 de abril para una Listening Party mundial. Podrás disfrutar en primicia del nuevo álbum de la banda, “72 Seasons”, un día antes de su lanzamiento oficial. En la gran pantalla y con un demoledor sonido envolvente, este evento especial tendrá lugar en los cines en exclusiva y por una única noche.
Funciones:
Mallplaza Calama: 19:30 hrs.
Mallplaza Antofagasta: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Coquimbo: 19:30 hrs.
Cinépolis Vivo Imperio: 19:00 hrs.
Arauco Maipú: 19:30 hrs.
Cinépolis Plazuela Independencia Puente Alto: 19:00 hrs.
Parque Arauco: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis Mallplaza Egaña: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis La Reina: 19:00 y 20:00 hrs.
Plaza Maule Talca: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Outlet Temuco: 19:00 hrs.
Cinépolis Paseo Costanera Puerto Montt: 19:30 hrs.
Arauco Chillán: 19:00 hrs.