Cine
Por Siempre Amigos
Cuando se habla de cine estadounidense, usualmente se cae en el error de pensar sólo en Hollywood, y así como la capital de un país no encarna a esa nación por completo, tampoco la gran maquinaria audiovisual hollywoodense representa todo el abanico cinematográfico que el país del norte puede ofrecer. Siguiendo esta lógica, se vuelve necesario destacar el nombre de Ira Sachs, bastión neoyorkino del cine independiente norteamericano que, tras la lúcida “Love Is Strange” (2014), nos presenta “Por Siempre Amigos”, su sexto largometraje y primer estreno comercial a nivel mundial. Una película sorpresiva, paciente y por sobretodo pequeña, pero que logra albergar una lucidez poco usual sin dejar a nadie indiferente.
La historia arranca cuando fallece el padre de Brian Jardine (Greg Kinnear), quien termina heredando su cómodo departamento en Brooklyn. Los Jardine, cuya situación económica va en declive, se trasladan al lugar y conocen a Leonor (Paulina García), una inmigrante que tiene un negocio de ropa en la planta baja de la propiedad. Es así como el introvertido Jake (Theo Taplitz), hijo de Brian, y el carismático Antonio (Michael Barbieri), hijo de Leonor, entablan una estrecha y peculiar amistad basada en la confianza y la mutua inclinación hacia el arte. La situación se complica cuando, ante la urgencia económica de los Jardine, Brian sube el precio del arriendo de la tienda de Leonor, dejando al par de amigos en las puertas de una separación.
La trama sorprende por la simpleza de su progresión y la solidez del desarrollo de sus personajes. Una historia muy sencilla que, desde la constante mirada de los niños, logra dibujar con detallada lucidez la figura del hombre blanco en decadencia que de súbito se aburguesa, y del inmigrante cuyo devenir es incierto y tambaleante. Ira Sachs y su cómplice, Mauricio Zacharias, han sabido escribir un guión que, en lo formal, cumple las convenciones básicas de narrativa, pero que al ser llevado a la práctica nos permite sumergirnos en la psicología de los personajes con escenas cotidianas, pausadas, íntimas y silentes, que en una primera lectura parecen no aportar nada a la trama.
No es aleatorio que en la película se hagan tantas referencias a la obra de Anton Chejov, dramaturgo que perfeccionó el desarrollo de los caracteres, puesto que son estas escenas anteriormente mencionadas las que dotan de personalidad al núcleo de la película y se vuelven esos pequeños diamantes que uno recuerda al terminar el visionado del filme. La chispa detrás del relato no se alberga en sus giros argumentales, sino en esos pequeños espacios, esas diminutas cavernas en las que las personas reales albergamos nuestras emociones, miedos y sueños, y que, desde la mirada de preadolescentes, aquí podemos apreciar en primera fila.
La cámara y el montaje están a disposición total de los caprichos del guion y de la dirección de actores. Sachs logra devolvernos a ese momento inexplicable de la juventud, ese tránsito entre la niñez y la adolescencia, donde todo es brumoso e insípido. Los recursos de sonido, montaje y fotografía consiguen adaptar a la perfección esa incierta percepción de la vida que todo preadolescente tiene. Ejemplo de ello son las diversas escenas que ocurren en la sala de clase, donde –como buen puberto– Jake tiene su atención puesta en cualquier parte menos en el profesor y la materia. Así, la cámara salta de lugar en lugar, realizando encuadres inconexos entre sí o centrándose en Jake. Sólo el sonido prevalece en el lugar, atento por si el profesor llama al muchacho por su nombre, pero no prestando atención en absoluto.
Cabe destacar que las interpretaciones de Taplitz y Barbieri son soberbias y sorprendentes, tanto en su intensidad como en su contención. Sobre todo Taplitz, quien con diversas sutilezas logra insinuar mil y una lecturas respecto a su personaje: su sexualidad, su percepción de la vida y el tipo de adulto que quiere ser. Quizás estas actuaciones son sólo superadas por la chilena Paulina García, quien, en una impecable interpretación, destaca al mostrarnos una nueva faceta de su variado rango actoral.
La película es una silenciosa y bella pieza cinematográfica. Consigue, sin la utilización de ningún antagonista claro, crear un elaborado y gallardo discurso anti-burguesía, que no cae en lo panfletario ni propagandístico. Fluida, orgánica, tensa y de una sorpresiva profundidad humana, el filme logra ser un refrescante alivio entre tanto cine de explosiones y superhéroes. A través de la delicada mirada de un sensible niño, Ira Sachs logra moldear todo un abanico de pequeños hombres para plantear un cuestionamiento sobre el valor de la gente, la fragilidad de las relaciones y la pequeñez humana. Una película que logra demostrar la resistencia del cine, de las historias mínimas y del artista por sobre el poderío de la industria.
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Nuevo trailer de “Avatar: The Way Of Water”

A mediados de diciembre llegará finalmente “Avatar: The Way Of Water“, nueva obra de James Cameron y secuela de la película de 2009 y que cuenta con un casting compuesto por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Kate Winslet. Hoy tenemos el trailer oficial de la cinta, cuya historia se sitúa una década después de los eventos de la primera cinta, contando la historia de la familia Sully, Jake, Neytiri, y sus hijos, abordando su dinámica familiar y los constantes problemas en las batallas que deben mantener para seguir con vida.
Mira el trailer a continuación: