Nuevamente la temática de la vida en la era de las comunicaciones se exhibe como un demonio que perjudica nuestro quehacer desde la perspectiva de las relaciones interpersonales; un demonio pasivo, presente desde que nos despertamos hasta que nos vamos a dormir. ‘Somos’, en distintas plataformas, avatares de un mismo ser, con el poder de ser ‘otros’ cuando queramos. Para algunos un problema, para otros herramienta irreemplazable. Pero mientras la mayoría de las producciones recientes se enrosca por el lado de las redes sociales y explora las consecuencias a nivel de sujetos, “No Soy Lorena” plantea como tesis principal qué pasaría si la propia identidad, la real, fuese confundida injustamente por un sistema más grande, burocrático, en el cual toda la culpa recae en el error humano. La única diferencia es que la protagonista, dentro del sistema más por obligación y costumbre que por gusto, sufre también por su propia búsqueda identitaria, mientras que el objeto único que la mantiene en el entramado comunicacional es el teléfono.
La vida de Olivia (Loreto Aravena) se encuentra en un punto complicado y sorteando una serie de obstáculos: por un lado, los síntomas de demencia senil de su madre (Paulina García) quien empeora cada vez más; su trabajo como actriz de teatro bajo las exigencias de los ensayos, cuyo director de la obra es su ex novio Mauro (Lautaro Delgado); y la pésima sincronización de diferentes llamadas y mensajes de texto que recibe de una multitienda, destinados a una tal Lorena Ruiz, cobrándole deudas. Lidiar con todos los problemas que la rodean, llevará a Olivia a inspeccionar quién realmente es en este mundo.
La ópera prima de la directora Isidora Marras, cuya idea de realizar un thriller psicológico con toques realistas surgió de la experiencia personal tras ser confundida con otra mujer y recibir llamadas de cobranza, goza de elementos sensibles de la cotidianidad: básicos, como ir a hacer trámites engorrosos, pagar cuentas y hacer reclamos en entidades comerciales –muchas veces infructuosos-, forjan escenarios tétricamente habituales que condimentan la locura de estar insertos en una sociedad de consumo. Las complicaciones de no hacerse respetar frente a los conglomerados que mantienen el orden establecido, bajo esta lógica de que cualquier error puede convertirse en una bola de nieve que solo crece, puede significar meterse en un embrollo de grandes proporciones. Porque un solo error de este tipo puede significar, de forma extremista, perder todo lo que creíamos ganado. Y no sólo lo material. Esa es precisamente la tónica y la pugna que se forma en la cabeza de Olivia: perder su norte, no comprender y olvidar quién se es, o se piensa ser, y abocarse a un camino de alienación contemplativa de difícil salida. Al menos, hay fortalezas que no se pierden y que pueden marcar la diferencia antes de ahogarse sin escapatoria.
Como es de esperar, Loreto Aravena entrega un personaje sincero, con rasgos de personalidad totalmente identificables, pero que a nivel de construcción preliminar no es cien por ciento potente como para justificar y acabar con creces las razones de su complejidad multidimensional que se pretenden demostrar en su desarrollo. Si bien se cumple con el sentido de misterio psicológico prometido, a ratos se extraña que no se tomen más riesgos o que los pasos a seguir no vayan más allá de lo esperado. Porque la idea en sí atrae, pero en la práctica la historia pareciera no avanzar con la elocuencia deseada. El que se haya incluido elementos de la historia nacional reciente –a saber, las marchas estudiantiles de los últimos años- sólo generan un espacio más de cercanía temporal y geográfica, pero no aportan otros nuevos antecedentes al relato principal, que mientras más loco se torna, más interesante se hace, pero no se aprovecha.
El montaje lento, con tintes oscuros y flashbacks crecientes en cantidad, adaptan el tono hacia un relato dramático que lamentablemente prescinde de cualquier elemento de humor. Asimismo, el desarrollo pausado de las escenas, muchas con pocos o sin diálogos, permiten aumentar el aura de misterio y de análisis que fundamenta la tesis, pero a la vez impide que la historia pase a mayores ligas y se meta de lleno en el laberinto de la mente humana.
Como thriller, no se alcanza a tocar esa fibra fina que permite una explosión mental y que en general es algo que se repite bastante en las producciones chilenas: no querer tomar tantos riesgos. A pesar de lo anterior, y en definitiva, “No Soy Lorena” se presenta como un drama con pincelazos de novela negra, que explora la soledad y que evoluciona hacia una mirada pasiva de la enajenación cultural, producto de la sociedad consumista y de la hiperconectividad obligada para tener un puesto asignado en el mundo. Bien o mal, en su totalidad cumple con lo establecido, pero deja una sensación picando de que algo más faltó.
Únete a la familia global de Metallica el jueves 13 de abril para una Listening Party mundial. Podrás disfrutar en primicia del nuevo álbum de la banda, “72 Seasons”, un día antes de su lanzamiento oficial. En la gran pantalla y con un demoledor sonido envolvente, este evento especial tendrá lugar en los cines en exclusiva y por una única noche.
Funciones:
Mallplaza Calama: 19:30 hrs.
Mallplaza Antofagasta: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Coquimbo: 19:30 hrs.
Cinépolis Vivo Imperio: 19:00 hrs.
Arauco Maipú: 19:30 hrs.
Cinépolis Plazuela Independencia Puente Alto: 19:00 hrs.
Parque Arauco: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis Mallplaza Egaña: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis La Reina: 19:00 y 20:00 hrs.
Plaza Maule Talca: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Outlet Temuco: 19:00 hrs.
Cinépolis Paseo Costanera Puerto Montt: 19:30 hrs.
Arauco Chillán: 19:00 hrs.