Uno de los grandes desafíos de los biopic es lograr capturar la complejidad de la historia de un ser humano, en el que difícilmente se acompañó en los momentos que marcaron su vida. Llevar eso a un relato íntegro no es una habilidad que se logre de la noche a la mañana: presupuesta un trabajo completo, desde la investigación con primeras, segundas y terceras fuentes, hasta la interpretación y armado final. Por ello, jerarquizar las sub temáticas, ordenar las características que se destacarán y de lleno desechar las materias que no aportan al panorama general y al motivo desde el cual se trabaja todo, es fundamental.
“Manos de Piedra” trata sobre la historia de Roberto Durán (Edgar Ramírez), un boxeador panameño que, desde un trasfondo de pobreza y grandes cambios en su país logró convertirse en el mejor pugilista de peso ligero en la década de los 70. Frente a su habilidad natural para el deporte, y gracias al ojo de su mánager, es fichado por uno de los grandes entrenadores de la época, Ray Arcel (Robert De Niro), quien lo llevará hacia lo más alto del boxeo internacional.
En su momento cúlmine, Roberto Durán fue reconocido entre sus compatriotas como un héroe nacional no sólo por llevar el boxeo latinoamericano hacia lo más alto del deporte internacional, sino porque representaba una empuñadura frente al gran tira y afloja entre Panamá y Estados Unidos por el control del Canal de Panamá. Durán, símbolo de lucha tanto en el ring como en su país, encarnó así una especie de anti heroísmo: por un lado, un deportista enaltecido por sus compatriotas por sus logros en el boxeo y por su excesiva caridad para con su pueblo, por otro, un grosero, discriminador e inmaduro ser humano, un salvaje personaje que le costó encontrarse a sí mismo dentro del contexto cultural y deportivo de su época.
Esta dualidad es uno de los motivos más fuertes que destacan en “Manos de Piedra”, donde no sólo el don nato y la suerte corren solos: en una época de grandes luchas y cambios, el combate en el cuadrilátero tiene más valor al enfrentarse representantes de países en disputa. Frente a esto en primera instancia, se explora la asunción de Durán desde lo más básico de su infancia hasta el peak de su carrera, realzada gracias a la intervención del mítico Ray Arcel, que irónicamente era estadounidense.
Frente a la elevada cantidad de aristas que increíblemente tiene esta historia, al guionista y director venezolano Jonathan Jakubowicz le falta mucho por afinar y suavizar su manera de contar las cosas. Como bien se menciona al inicio, jerarquizar y desechar los aspectos que no contribuyen en la esencia de la cinta es elemental para dar cabida a los grandes asuntos que se quieren acentuar. No obstante, cuando no se tiene clara la estructura ocurre que el relato final pierde su convencimiento, y en vez de dejar un mensaje claro –o incluso honrar de cierta manera al personaje en cuestión– se proporcione un ejercicio tosco y poco digerido de información. Claro, el protagonista es completamente tosco, y pese a que eso nos pueda indicar un metarrelato intencional, incluso aunque fuera coincidentemente, el desbaratado guion y una confusa dirección indican que hay problemas que debieron ser resueltos en las primeras etapas, especialmente en lo que respecta al background de Ray Arcel o la definición del rol de Felicidad Iglesias, el gran amor de Durán.
En el lado amable de todo esto, tenemos la caracterización de los personajes principales: “El Cholo” de Edgar Ramírez entrega a un hombre duro, grosero, discriminador, sin miedo a responder, terco, seguro, y cuya infancia resuena en su forma de ser. De principio a fin entendemos cómo y por qué se comporta de tales o cuales maneras, y ese comportamiento se ve reflejado fielmente en la hábil interpretación del actor venezolano. Junto a él, el mentor que personifica De Niro –no el único, pero sí uno de los más importantes– encarna con firmeza y distinción al entrenador que aguantó los momentos más bajos de su alumno, conduciéndolo mientras pudo por el camino del éxito. Sin duda, uno de los mejores papeles del actor en el último tiempo. E incluso, pese a todo pronóstico, el cantante Usher se luce como un noble Sugar Ray Leonard, uno de los contrincantes más duros de la carrera de Durán.
En perspectiva, “Manos de Piedra” está lejos de ser un notable biopic. No obstante, gracias a un decente casting principal y varias ideas-fuerza que se dejan entrever en el relato, es capaz de repuntar desde sus grandes imperfecciones, concediendo una historia que no sólo habla del deporte de combate, sino que también de obstáculos sociales, culturales, profesionales y, sobre todo, personales.
Únete a la familia global de Metallica el jueves 13 de abril para una Listening Party mundial. Podrás disfrutar en primicia del nuevo álbum de la banda, “72 Seasons”, un día antes de su lanzamiento oficial. En la gran pantalla y con un demoledor sonido envolvente, este evento especial tendrá lugar en los cines en exclusiva y por una única noche.
Funciones:
Mallplaza Calama: 19:30 hrs.
Mallplaza Antofagasta: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Coquimbo: 19:30 hrs.
Cinépolis Vivo Imperio: 19:00 hrs.
Arauco Maipú: 19:30 hrs.
Cinépolis Plazuela Independencia Puente Alto: 19:00 hrs.
Parque Arauco: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis Mallplaza Egaña: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis La Reina: 19:00 y 20:00 hrs.
Plaza Maule Talca: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Outlet Temuco: 19:00 hrs.
Cinépolis Paseo Costanera Puerto Montt: 19:30 hrs.
Arauco Chillán: 19:00 hrs.