Una mujer en problemas y su carrera hacia el sueño americano es el centro de la última película de David O. Russell. Nominado tres veces a Mejor Director por la Academia, el cineasta en esta pieza pareciera volver a utilizar la fórmula que tantos premios y aplausos le han traído. Con un estilo que aprovecha tanto los extensos presupuestos que puede ofrecer la industria como un lenguaje que recoge leves influencias del cine independiente, el director norteamericano tiene la costumbre de preferir contar sus cintas por medio de relatos ricos en saltos y obstáculos, personajes fuera de lo común y elencos altamente comprometidos con sus producciones; todas cualidades que también salen a la luz en “Joy: El Nombre del Éxito”, aunque evitando más lugares comunes que sus otras obras. Estas decisiones se ven compensadas por la actriz principal y musa de Russell, Jennifer Lawrence, quien oficia como bastión fundamental de la película.
Joy Mangano (Lawrence) es una joven mujer que ha detenido sus propias aspiraciones por convertirse en el pilar de su familia. Repartiendo su tiempo en el trabajo, el cuidado de sus niños y el resto de su parentela, Joy dará un vuelco a su vida para conseguir que su invento, un trapeador que puede mejorar la vida doméstica, obtenga el ansiado éxito.
Basada libremente en una historia real, “Joy: El Nombre del Éxito” es el relato de una heroína, una mujer que abandona las tinieblas, que con su audacia y emprendimiento logra salir del colapso financiero y emocional para cumplir el dorado sueño americano en un país donde, tal como indica el personaje de Bradley Cooper, lo extraordinario puede toparse con lo ordinario. Esto, que parece resonar –y con razón– en tantas obras de la nación de la bandera de las cincuenta y dos estrellas, es lo que produce cercanía y lejanía con la obra.
Por un lado, ver los pequeños triunfos y costalazos de Joy –encarnada espectacularmente por Lawrence– hace recordar el ritmo insufrible del mundo moderno, lo doloroso del fracaso y la alegría y el orgullo propio cuando luchamos y conseguimos lo que queremos en medio de la hostilidad, lo que la da fluidez y hace disfrutable la película. Sin embargo, es este mismo discurso de meritocracia lo que amenaza con fastidiar. En parte, porque su historia –llena de un abanico de circunstancias favorables–pareciera ser sólo concebible en un mundo de fantasía, pues aunque se basa en una historia real es lo suficientemente increíble como para entrarle a disputar su veracidad o mirarla sólo como un tibio retrato de un evento inusual que oculta un montón de casos no exitosos.
Es por esto mismo que Russell busca modos de resolver las mismas objeciones que podría tener un espectador frente a otro relato de “todo es posible con esfuerzo e impulso”. Primero, a través del embobamiento de la madre de la protagonista con las telenovelas de turno, que hace sentir que el director es consciente de que su propuesta puede ser entendida como una versión actualizada de la Cenicienta; pero también con la actuación de Jennifer Lawrence, que contribuye a explicar por qué la protagonista está tan convencida de alcanzar su meta y se encuentra dispuesta a tomar las acciones necesarias para probar que su invento puede triunfar.
La actriz ilumina la historia con su seguridad, carisma y fuerza, e incluso algunos baches del guion los tapa con su propia entrega. Así como Joy sostiene a su madre atrapada en las teleseries, a su ex marido que vive en su sótano o a sus dos hijos, lo mismo realiza Lawrence con el resto de la película, con un guión que mantiene un hilo que se tensa y relaja a un modo similar al de las mismas historias que ve la madre de la protagonista, y que no intriga en desmedida sobre lo que irá a ocurrir, pero sí resulta ameno y entretenido. El resto del elenco se mueve conforme a lo que el material provee, personajes más opacos que cumplen como alicientes o impedimentos de la narración, es decir, sumamente funcionales a un filme que a ratos atrapa, pero que decanta por lo extraordinario sólo para los sucesos individuales que trata, pero no para su curso, que nos pareciera ser ampliamente conocido.
Finalmente, aunque Russell se esfuerza por contar una historia típica de un modo distinto, no es tanto lo que saca al lustre. “Joy: El Nombre del Éxito” es una cinta amena cuyo mayor punto de realce y poder está claro: su personaje principal, que conquista con su enfoque y su vigor, puesto que su devenir pareciera coincidir con un esquema que es tan frecuente e insistente en Hollywood como poco común en el mundo real. La elección de contar esta historia pareciera ser, precisamente, por esto último, su singularidad.
Únete a la familia global de Metallica el jueves 13 de abril para una Listening Party mundial. Podrás disfrutar en primicia del nuevo álbum de la banda, “72 Seasons”, un día antes de su lanzamiento oficial. En la gran pantalla y con un demoledor sonido envolvente, este evento especial tendrá lugar en los cines en exclusiva y por una única noche.
Funciones:
Mallplaza Calama: 19:30 hrs.
Mallplaza Antofagasta: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Coquimbo: 19:30 hrs.
Cinépolis Vivo Imperio: 19:00 hrs.
Arauco Maipú: 19:30 hrs.
Cinépolis Plazuela Independencia Puente Alto: 19:00 hrs.
Parque Arauco: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis Mallplaza Egaña: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis La Reina: 19:00 y 20:00 hrs.
Plaza Maule Talca: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Outlet Temuco: 19:00 hrs.
Cinépolis Paseo Costanera Puerto Montt: 19:30 hrs.
Arauco Chillán: 19:00 hrs.