La trilogía cinematográfica Bourne, basada en los libros del escritor Robert Ludlum, es considerada una de las franquicias de suspenso y acción más importantes de este siglo. Y es que desde el inicio en 2002 con “The Bourne Identity“, luego “The Bourne Supremacy” (2004) y tres años más tarde el –supuesto– cierre de “The Bourne Ultimatum” (2007), la marca del superagente que sufre de amnesia y lucha no sólo por recordar su pasado, sino que también contra los poderes que pretenden aniquilarlo por desertar, se distinguió por tener una historia con enganche y un llamativo estilo narrativo y visual.
Pese a que en 2012 Tony Gilroy –guionista de la trilogía– dirigió “The Bourne Legacy“, una especie de spin-off con Jeremy Renner como protagonista, no logró el éxito esperado, llegando a no ser considerado en el canon de los seguidores de Bourne. Es por ello que el estreno de una quinta película, secuela de la trilogía original y dirigida por Paul Greengrass, mismo director de “Supremacy” y “Ultimatum”, significa un nuevo aire para la franquicia y, por qué no, nuevas producciones.
Motivada por los acontecimientos ocurridos tras destaparse los programas secretos Treadstone y Blackbriar de los capítulos anteriores, la ex analista de la CIA, Nicky Parsons (Julia Stiles), descubre documentos que detallan elementos desconocidos sobre el pasado del desaparecido Jason Bourne (Matt Damon). Por ello, decide ir en su búsqueda para ayudarlo a conocer completamente la verdad, colocando punto final a su incesante sufrimiento. Sin embargo, cuando el nuevo Director de la CIA, Robert Dewey (Tommy Lee Jones), descubre que Bourne apareció nuevamente en el radar, pondrá todos los esfuerzos en aniquilarlo de una vez por todas, gracias a la ayuda de la experta en cibernética de la agencia, Heather Lee (Alicia Vikander).
Cargada de más acción de lo que la misma historia acepta, “Jason Bourne” batalla por recuperar la vivacidad de sus predecesoras, repitiendo la misma fórmula que las hizo famosas: se descubre que Bourne está vivo y ello implica un problema para la CIA, pues conoce demasiada información, por lo que deben encontrarlo y matarlo. Por supuesto, el ex agente es encarecidamente capaz y va un paso adelante de todo. Claro que en esta oportunidad se inyecta un argumento algo más novedoso, que vincula los hechos de la ficción con algunos reales, tales como la libertad en el siglo XXI –nombrando brevemente el caso Wikileaks– o la arremetida de los social media en el espectro colectivo.
No obstante, tampoco hay una intención real de detenerse por demasiado tiempo en estos subtemas, o incluso en otros, siendo el ejemplo más claro el que el protagonista tenga apenas alrededor de 40 líneas en las dos horas de metraje. Por fortuna, todos los elementos de acción funcionan con una perfección envidiable para cualquier superproducción del Hollywood de hoy, con un relato visual que se apoya en el estilo queasy-cam (o “cámara temblorosa”) que Paul Greengrass usa y abusa, pero con astucia. Sean las secuencias de suspenso e interacción rápida del protagonista con su entorno, las persecuciones automovilísticas, o especialmente los combates mano a mano, incluso sin tanto empleo de efectos especiales, están maquinadas desde el realce desbordante, donde cada milisegundo cuenta para agregar una nueva toma movida o un close-up sin tapujos. Especial atención logra una de las disputas finales, que tiene una larguísima duración, pero consigue mantener la atención completamente. Es más: la cámara alcanza una estética cercana al cinema verité, o a lo que sería una persecución para noticiario. En términos plausibles, una estética que se desprende de la edición promedio del género, logrando momentos visuales extremadamente realistas.
En cuanto a las actuaciones, el cast cumple con sus funciones sin sobresalir ni derrumbarse en el camino, manteniendo un nivel ecuánime a lo largo de las escenas. Como fue mencionado, Matt Damon tiene pocas intervenciones, lo que tampoco es negativo considerando el tono de este filme, mientras que los personajes encarnados por Tommy Lee Jones y Alicia Vikander, fieles a su trabajo, conservan el tratamiento de los secundarios de la trilogía: unidimensionales pero útiles, contrario a lo que sucede con uno de los antagonistas.
Con una fórmula probada, una edición veloz y una estética que no prescinde en recursos ya utilizados en las cintas de la trilogía original, “Jason Bourne” cumple con ser una propuesta de ficción que, si bien no es del todo novedosa, tampoco hace daño. A punta de acción agitada y escenas aparatosas con varios guiños a las antecesoras, puede considerarse dentro de lo que se llama “cine palomitero”, pero del bueno.
Únete a la familia global de Metallica el jueves 13 de abril para una Listening Party mundial. Podrás disfrutar en primicia del nuevo álbum de la banda, “72 Seasons”, un día antes de su lanzamiento oficial. En la gran pantalla y con un demoledor sonido envolvente, este evento especial tendrá lugar en los cines en exclusiva y por una única noche.
Funciones:
Mallplaza Calama: 19:30 hrs.
Mallplaza Antofagasta: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Coquimbo: 19:30 hrs.
Cinépolis Vivo Imperio: 19:00 hrs.
Arauco Maipú: 19:30 hrs.
Cinépolis Plazuela Independencia Puente Alto: 19:00 hrs.
Parque Arauco: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis Mallplaza Egaña: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis La Reina: 19:00 y 20:00 hrs.
Plaza Maule Talca: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Outlet Temuco: 19:00 hrs.
Cinépolis Paseo Costanera Puerto Montt: 19:30 hrs.
Arauco Chillán: 19:00 hrs.
Omar
16-Ago-2016 at 9:10 am
Lo cierto es que fue ver más de lo mismo. Sólo eso