La idea originalmente fue hacer un seguimiento de Mark Wahlberg y sus amigos en Hollywood, retratando sus aventuras a medida que avanzaba en la improbable y retorcida búsqueda de la fama. Pronto el proyecto tomó otro camino y cobró la forma de una serie de televisión. Wahlberg produciría, HBO emitiría y los temas se mantendrían: el ascenso de una joven estrella en plena meca del cine, con todos los excesos y la turbidez que se desprenden de la imagen colectiva que tenemos de la industria, pero preservando la idea de que debe mantenerse la humildad a través del viaje. El joven Vincent Chase (Adrian Grenier) sería acompañado en su travesía hollywoodense por sus más cercanos amigos, formándose así una historia de camaradería entre todo el frenesí. Ocho temporadas más tarde, “Entourage” terminó, pero, a pesar de haber concluido las tramas de los personajes que presentó, rápidamente se puso en marcha una posible película que cerrara por completo la historia.

¿Qué tanto puede quedar por explorar de este mundo? En sus primeros minutos, la película deshace los cabos que ató al concluir la serie lo suficiente como para que sus personajes estén a la deriva nuevamente, y Vinnie, insatisfecho con sus logros, decide que es hora de dirigir su primera película, con él y su hermano, Drama (Kevin Dillon), actuando en ella. Cuando se quedan cortos de presupuesto, el ahora superproductor Ari Gold (Jeremy Piven, que se llevó la mayor cantidad de elogios por su desempeño en la serie y aquí también sobresale con sus habituales monólogos) debe conseguirlo, y es así como empieza una serie de ridículas peripecias que el grupo de amigos debe sortear.

Si la trama de la película no suena muy diferente a lo que se podría esperar de la sinopsis de un capítulo de su versión televisiva, es porque la similitud con la serie es lo primero que se nota de la adaptación a la pantalla grande. Ante la oportunidad de ampliar el universo creado en HBO, aumentar los riesgos para los personajes y contar pasajes significativos de su vida que nos indiquen cómo han cambiado y qué será de ellos, la cinta opta por dedicarse a tramas más bien anecdóticas y no presentar nada que no haya sido visto en los casi cien episodios emitidos la década pasada.  “Entourage: La Película” termina estando estructurada casi de la misma manera que los autoconclusivos episodios de la serie predecesora. Desde el largo setup, que logra introducir a los personajes eficientemente (y superficialmente, lo que debido a la naturaleza del producto no resulta algo negativo), se advierte que aquí no hay una propuesta más allá que replicar la fórmula que llevó al producto al éxito en primer lugar.

Y el problema de aquello es que una de las grandes críticas de la serie es que disminuyó significativamente en calidad en sus últimos años, probando que no tenía mucho más que contar del entorno que presentaba. Acá eso está muy latente, especialmente por la débil postura que la película toma frente a Hollywood, sus habitantes y sus reglas. Si lo que busca es satirizar este ambiente, la realización peca de ingenua al celebrar el exitismo de la misma manera que lo hacen los más superficiales productores o las más aspiracionales modelos que tan sexistamente presenta. Al no criticar, burlarse o cuestionar el mundo en el que la pandilla está inserta, se deja de apreciar lo especial de un grupo que entró a él desde afuera (la pandilla es de Queens y hay varias referencias a que no pertenecen a Los Angeles), ya que todos parecen haber aceptado las normas de un juego en el que además se desenvuelven convenientemente bien.

Porque, más allá de que este superficial mundo californiano, los lujos tratados con normalidad y el despreocupado estilo de vida de los protagonistas pueda ser una fantasía para muchos (como se le criticó justamente también a “Sex And The City”, otro producto de HBO y una natural contraparte femenina de “Entourage”), lo mismo hace que sea difícil empatizar con los personajes y las situaciones a las que se enfrentan aquí. Cuando Vince consigue con facilidad la atención de la modelo Emily Ratajkowski, poco nos importan los conflictos que pueda tener para retenerla. Cuando producto de un capricho le entregan 100 millones de dólares para dirigir su película, sin contar con experiencia previa, es difícil ponernos en su lugar y sufrir porque le falten otros 15 para terminarla. Los problemas en esta fantasía adolescente son imaginarios, por lo tanto, aunque se intenten complejizar con peripecias innecesarias, terminan viéndose como tropiezos de fácil resolución.

“Entourage: La Película” es más bien una excusa para pasar más tiempo con un grupo de personajes al que se les puede haber tomado cariño tras años en la pantalla chica, y probablemente no tenga que ser más que eso. Sufriendo de la misma superficialidad que podría criticar, es difícil entrar en ella sin haber disfrutado la serie de televisión, a pesar de ser completamente digerible sin conocimientos previos. Es una entretención zorrona innecesaria e inofensiva, que es lo que francamente se esperaba que fuese, fiel a la serie y a sus convicciones. Pero, más allá de la extensión, nada diferente a lo que podría esperarse de cualquiera de sus capítulos, para bien o para mal.

Por Ignacio Goldaracena