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Monsters University
Published
10 años agoon
2001 fue vital para el cine de animación en Hollywood. Además de que debutó un hito como “Shrek”, se estrenó “Monsters, Inc.”, cuarta película de Pixar, estudio que alcanzaba su consolidación tanto a nivel narrativo como en técnica visual. De ahí en más vinieron años gloriosos para la compañía, que con sus entrañables historias e impresionante desarrollo de la animación, no se detuvo en su afán por conquistar el mundo. “Toy Story 3”, su más notable obra maestra para un redactor, puso la guinda de la torta a este esplendoroso período. Tras eso, vino un trabajo mediocre como “Cars 2” (2011) y una cinta que se desviaba del camino trazado anteriormente, “Brave” (2012). No han faltado quienes han dicho que se agotó la imaginación y fuerza de la factoría, pero tranquilos, los chicos de Pixar regresan en un gran nivel. A 12 años del estreno del filme original, llega “Monsters University”, precuela que arranca cuando los personajes que ya conocemos comienzan su etapa de estudios superiores.
Mike Wazowski (voz de Billy Crystal) cumple su sueño de ingresar a la prestigiosa Monsters University, pues desea convertirse en un gran asustador y así poder llegar a trabajar en Monsters Incorporated. En el lugar conoce a James P. Sullivan (voz de John Goodman), un presumido monstruo que rápidamente destaca y con quien empieza a desarrollar una curiosa rivalidad. La competencia entre ellos terminará con ambos siendo expulsados del Programa de Sustos de la Universidad y participando en una competencia que los obligará a trabajar con un grupo de inadaptados compañeros.
Mientras en la primera entrega el protagonismo se lo llevaba ligeramente Sullivan, en esta quien sin dudas tiene la mayor figuración es Wazowksi. Y si la primera era una película sobre la protección de la inocencia ante la ambición de poder, esta es acerca del difícil origen de una amistad y el hallar el camino en la vida. El filme marca diferencias con respecto a su predecesor y eso se agradece. La trama de esta nueva entrega tiene consecuencias de menor escala y no posee el impacto clásico de Pixar, pero la historia va acumulando giros y sorpresas, además de contar con una galería de secundarios notables y conseguir darle una vuelta de tuerca a las relaciones establecidas con anterioridad. Es cierto: esta es una historia menor con respecto a otras del estudio, e incluso que a la de la cinta original, pero la ejecución es brillante. Así, retoma el camino de la mejor etapa de la factoría, extraviado en los últimos años: una narración sólida, un humor que cruza el relato, un componente emotivo infaltable y una galería de atractivos personajes.
Sus méritos no se agotan ahí, pues demuestra reírse con desparpajo de la cultura universitaria y no están ausentes del guión los guiños de rigor, todos muy sutiles y divertidos; está narrada con los bríos y la chispa que sólo Pixar sabe inyectarle a sus relatos. De hecho, hay secuencias de acción construidas tan armoniosamente que deberían servir de aprendizaje para los realizadores de los blockbusters mastodónticos de hoy. Su gran nivel se extiende a la calidad de la animación, ya que posee una pulcritud visual que aplasta todo intento de la competencia por acercarse y que nos recuerda quienes son los reyes de reyes en este apartado. Para coronar el conjunto, está la mágica banda sonora de Randy Newman que acompaña los vaivenes de esta aventura.
Pixar ha entendido el cine de animación como una forma de entretener a toda la familia, no sólo a los más pequeños. Sus películas transportan a la infancia y son viajes llenos de corazón. Algunas son más contundentes que otras, pero en general poseen un nivel superior cada vez más inusual en el cine de hoy. Por supuesto, hacer cine de consumo familiar tiene sus trabas, pero estas verdaderas mentes creativas han sabido expandir esos límites. Lo que no deja de ser llamativo es que tres de las últimas cuatro cintas salidas de la factoría sean continuaciones de éxitos anteriores. Luego de muchos años en que deslumbraron con sus historias originales, han optado por la vía más sencilla: darle cuerda a productos probados. ¿Qué tanto ha influido en esto que desde 2006 el estudio sea propiedad de Disney? Vaya a saber uno. Lo concreto es que en este caso puntual la fórmula resulta espléndida.
Si bien “Monsters University” no alcanza las cotas de genialidad de “Toy Story 3” o “Up”, significa una mejora ostensible con respecto a sus dos últimos trabajos. Tremendamente entretenida, genuinamente emocionante, una pieza mediana dentro del universo Pixar, pero sabemos que eso es excelencia dentro del cine norteamericano de hoy. No hay dudas de que estamos ante uno de las grandes piezas de entretenimiento del año, uno muy elegante, divertido y apasionante. Pixar lo ha vuelto a hacer.
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“Lightyear” inicia con un pequeño título que dice que, en los años noventa, Andy, el personaje de la serie de “Toy Story”, recibió un juguete de su película favorita, y esta es esa película. Lo anterior podría llevar a imaginar que la cinta en cuestión tendría una estética noventera o tomaría elementos de películas de aventura de la época, de la misma manera que, por ejemplo, la serie “Stranger Things” se apoya en la estética y el estilo del terror de esa época, apropiándose de la narrativa y el estilo de esa década. Sin embargo, acá las referencias a la época comienzan y terminan con ese título inicial, y la obra rápidamente se transforma en otra simple película de aventura. Esto no es necesariamente malo, “Lightyear” es una película completamente funcional, entretenida y que, aunque a ratos se puede volver predecible, logra sorprender con algunos giros, pero esto genera que ese título inicial pierda sentido, y pone en cuestionamiento la razón de ser de esta película.
La historia comienza cuando, luego de quedar varados en un planeta hostil, Buzz Lightyear junto a su compañera Alisha hacen lo posible por llevar a la tripulación de vuelta a casa. Con la ayuda de científicos logran desarrollar un combustible experimental que podría salvarlos, pero durante los experimentos descubren que Buzz Lightyear, piloteando la nave de prueba, experimenta el tiempo de manera diferente: lo que en esa nave son minutos, en la superficie del planeta son años. Sin embargo, Buzz es incapaz de rendirse, y lo sigue intentando durante años y años, durante los cuales sus amigos y colegas envejecen mientras él se mantiene de la misma edad. Todo cambia cuando, al volver de uno de estos ensayos, descubre que algo ha cambiado: el planeta ha sido invadido por robots alienígenas. Con la ayuda de Izzy, nieta de su compañera, Lightyear deberá enfrentarse a estos robots para salvar al planeta y tener una oportunidad para volver a casa.
La de “Lightyear” es una trama que, a pesar de tocar temáticas interesantes sobre el paso del tiempo y la culpa, a ratos se siente muy complicada, ya que pasa mucho antes de que la trama principal siquiera comience. Esto hace que los tópicos que la película tratará a lo largo de su conflicto principal queden un tanto sobreexplicadas durante la primera media hora, lo que genera una desconexión entre lo que los personajes experimentan versus lo que los espectadores entendemos. Cuando Buzz se da cuenta de qué es lo que debe aprender para resolver el conflicto, es algo que se ve venir desde el principio de la historia.
Si bien, esto puede hacer que la película se sienta algo predecible desde un punto de vista temático, desde una perspectiva narrativa funciona bastante bien como cinta de acción y aventura. El universo que construye es visualmente rico y bastante especial, y se beneficia de diversas ideas sobre física cuántica que han sido exploradas en gran cantidad por películas de ciencia ficción, particularmente desde el aspecto de viajes en el tiempo.
Es interesante además que, a diferencia de muchos otros productos de nostalgia actuales, “Lightyear” se ve obligada a construir un universo completamente nuevo, puesto que las referencias que existen en las películas de “Toy Story” son sumamente vagas y genéricas, y es un desafío que el equipo tras esta película logra cumplir de forma satisfactoria. Buzz Lightyear, como personaje, es complejo e interesante, alejándose lo suficiente del juguete de sus películas madre para sostenerse como protagonista, pero logrando mantener suficientes elementos para sentirse familiar. Después de todo, el juguete supuestamente está basado en este personaje.
Por cierto, es difícil alejarse de las películas de “Toy Story”, no sólo porque “Lightyear” sea supuestamente el origen del juguete, sino porque está llena de referencias a la saga. La sombra de la tetralogía lo toca todo, tanto así, que a ratos pareciera que esta película es más una historia fan-made sobre el juguete que el verdadero origen del personaje. Y esto se debe a que no se siente como un producto de la época que supuestamente existe junto a los juguetes en el universo de “Toy Story”, sino que, en muchos sentidos, se percibe supeditada a los juguetes, tanto en sus referencias como en, incluso, un giro cerca del final de la historia.
Lo que queda es una sensación algo agridulce, ya que, cuando se concentra en ser sólo una película de aventuras, “Lightyear” funciona bastante bien, con un universo interesante, personajes coloridos y tensas secuencias de acción, incluso si no llega a los niveles de profundidad temática y madurez emocional de otras películas de Pixar. Lo anterior hace que se sienta como una oportunidad perdida porque como referencia a “Toy Story” no funciona tan bien como parecían ser sus intenciones, pero cuando se aleja de ella la historia marcha mucho mejor y queda la sensación de que hubiera sido aún mejor sin ninguna referencia, sólo existiendo por sí misma.
Director: Angus MacLane
Duración: 100 minutos
Año: 2022
Reparto: (voces) Chris Evans, Keke Palmer, Peter Sohn, Taika Waititi, Dale Soules, James Brolin, Uzo Aduba, Mary McDonald-Lewis, Isiah Whitlock Jr., Angus MacLane, Bill Hader
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