El escenario de sobrevivencia post apocalíptico parece ser el perfecto cuando se quiere evidenciar el verdadero carácter del ser humano, pues, insertos en un contexto al límite, pone a prueba los conceptos de individualidad y colectivo. Considerando este enrevesado entorno, Casey Affleck escribe, dirige y protagoniza una historia donde la paternidad está en el centro y es puesta en jaque frente a lo adverso que el mundo se puede convertir.
“Luz De Mi Vida” se centra en la vida de un padre (Casey Affleck) y su hija (Anna Pniowsky) que tratan de sobrevivir luego que una extraña enfermedad arrasara con la mayor parte de la población mundial. Juntos tendrán que aprender a sortear los obstáculos de un mundo hostil y lleno de peligros.
Sin detallar la causa que origina el contexto en el que se encuentran los dos protagonistas, la cinta abre con el padre contando un cuento a su hija, una pequeña historia inventada por él. Y es aquel sencillo acto de este hombre lo que pareciera ser la síntesis de todo el relato que se construye desde ese momento, disponiendo desde el comienzo la sencillez de una historia que no pretende describir el desastre al que el planeta ha sobrevivido, sino que su foco es la permanencia de dos personajes que acomodan sus vidas para sobrevivir juntos, simplemente por el afecto que tiene uno por el otro.
La relación que retrata Affleck sobre este padre y su hija es el corazón de una cinta que avanza pausada y tomándose el tiempo necesario para poder manifestar con tranquilidad y claridad que ser padre no es fácil, menos aún cuando el escenario se ve intrincado y donde las decisiones a corto plazo son las que determinan el curso y el destino que ambos están forjando. En medio de estas arduas circunstancias, padre e hija han logrado sortear estos obstáculos y han dejado espacio para poder desarrollar una cercana relación, donde la lealtad mutua se basa en la honestidad y la confianza que ambos han acordado. Y aunque el peligro pareciera inminente, aún existe espacio para aprender lo que el contexto les permite; entre caminatas en el bosque, las preguntas y respuestas sobre la moral y la ética se vuelven relevantes cuando lo que nos vuelve humanos se pone en jaque, conversaciones y enseñanzas que recuerdan a los padres protagonistas de “A Quiet Place” (2018) o “Captain Fantastic” (2016).
El relato que impulsa “Luz De Mi Vida” está instalado justo después de que una extraña enfermedad acabara con gran parte de la población mundial femenina, y ahorrando tiempo narrativo, Affleck no se detiene a explicar las razones de aquella pandemia, sino que se concentra en las consecuencias inmediatas y abstraídas de lo macro, confiando en la inferencia del espectador frente a los peligros que los protagonistas pueden correr y descansando en la información que se pudiera tener acumulada, después de una extensa exposición a historias post apocalípticas. Salvo ciertos flashbacks relacionados particularmente con el padre protagonista y la madre de la niña, el resto de la información es dejada a un lado para concentrarse en cómo la crianza se pone a prueba cuando la sobrevivencia pareciera incluso más urgente.
Casey Affleck construye esta historia en medio de la espesura de un bosque que refugia a sus protagonistas –tal como lo hacía el escenario de “Leave No Trace” (2018) a también un padre y su hija–, pero, al mismo tiempo, el desamparo y la crudeza del invierno retrata cómo los dos ya viven entrenados para sobrellevar la inclemencia de la naturaleza. Ambos escenarios son interrumpidos por acogedoras secuencias, donde la calidez de la luz proveniente de lámparas y fuego crean el ambiente perfecto para que padre e hija tengan los momentos más íntimos y reparadores, por lo que la sencillez del relato que está siendo contado es reforzado por un templado tratamiento visual que realza la austeridad con la que los protagonistas viven.
“Luz De Mi Vida” no pretende ser una propuesta completamente fresca en lo que a retrato de la relación padre e hija se refiere, pero sí es clara cuando exhibe los miedos que la paternidad arrastra. En medio de un escenario hostil y complejo, la dinámica entre ambos personajes logra resaltar y ser exhibida de una forma honesta, natural y verosímil. El relato, que a ratos recuerda a “The Road” (2009), pero menos cruda en su tratamiento, consigue su cometido a través de una historia íntima y despojada de grandes ambiciones.
Título Original: Light of My Life
Director: Casey Affleck
Duración: 119 minutos
Año: 2019
Reparto: Casey Affleck, Anna Pniowsky, Tom Bower, Elisabeth Moss, Hrothgar Mathews, Timothy Webber, Patrick Keating, Monk Serrell Freed, Lloyd Cunnington
“Lightyear” inicia con un pequeño título que dice que, en los años noventa, Andy, el personaje de la serie de “Toy Story”, recibió un juguete de su película favorita, y esta es esa película. Lo anterior podría llevar a imaginar que la cinta en cuestión tendría una estética noventera o tomaría elementos de películas de aventura de la época, de la misma manera que, por ejemplo, la serie “Stranger Things” se apoya en la estética y el estilo del terror de esa época, apropiándose de la narrativa y el estilo de esa década. Sin embargo, acá las referencias a la época comienzan y terminan con ese título inicial, y la obra rápidamente se transforma en otra simple película de aventura. Esto no es necesariamente malo, “Lightyear” es una película completamente funcional, entretenida y que, aunque a ratos se puede volver predecible, logra sorprender con algunos giros, pero esto genera que ese título inicial pierda sentido, y pone en cuestionamiento la razón de ser de esta película.
La historia comienza cuando, luego de quedar varados en un planeta hostil, Buzz Lightyear junto a su compañera Alisha hacen lo posible por llevar a la tripulación de vuelta a casa. Con la ayuda de científicos logran desarrollar un combustible experimental que podría salvarlos, pero durante los experimentos descubren que Buzz Lightyear, piloteando la nave de prueba, experimenta el tiempo de manera diferente: lo que en esa nave son minutos, en la superficie del planeta son años. Sin embargo, Buzz es incapaz de rendirse, y lo sigue intentando durante años y años, durante los cuales sus amigos y colegas envejecen mientras él se mantiene de la misma edad. Todo cambia cuando, al volver de uno de estos ensayos, descubre que algo ha cambiado: el planeta ha sido invadido por robots alienígenas. Con la ayuda de Izzy, nieta de su compañera, Lightyear deberá enfrentarse a estos robots para salvar al planeta y tener una oportunidad para volver a casa.
La de “Lightyear” es una trama que, a pesar de tocar temáticas interesantes sobre el paso del tiempo y la culpa, a ratos se siente muy complicada, ya que pasa mucho antes de que la trama principal siquiera comience. Esto hace que los tópicos que la película tratará a lo largo de su conflicto principal queden un tanto sobreexplicadas durante la primera media hora, lo que genera una desconexión entre lo que los personajes experimentan versus lo que los espectadores entendemos. Cuando Buzz se da cuenta de qué es lo que debe aprender para resolver el conflicto, es algo que se ve venir desde el principio de la historia.
Si bien, esto puede hacer que la película se sienta algo predecible desde un punto de vista temático, desde una perspectiva narrativa funciona bastante bien como cinta de acción y aventura. El universo que construye es visualmente rico y bastante especial, y se beneficia de diversas ideas sobre física cuántica que han sido exploradas en gran cantidad por películas de ciencia ficción, particularmente desde el aspecto de viajes en el tiempo.
Es interesante además que, a diferencia de muchos otros productos de nostalgia actuales, “Lightyear” se ve obligada a construir un universo completamente nuevo, puesto que las referencias que existen en las películas de “Toy Story” son sumamente vagas y genéricas, y es un desafío que el equipo tras esta película logra cumplir de forma satisfactoria. Buzz Lightyear, como personaje, es complejo e interesante, alejándose lo suficiente del juguete de sus películas madre para sostenerse como protagonista, pero logrando mantener suficientes elementos para sentirse familiar. Después de todo, el juguete supuestamente está basado en este personaje.
Por cierto, es difícil alejarse de las películas de “Toy Story”, no sólo porque “Lightyear” sea supuestamente el origen del juguete, sino porque está llena de referencias a la saga. La sombra de la tetralogía lo toca todo, tanto así, que a ratos pareciera que esta película es más una historia fan-made sobre el juguete que el verdadero origen del personaje. Y esto se debe a que no se siente como un producto de la época que supuestamente existe junto a los juguetes en el universo de “Toy Story”, sino que, en muchos sentidos, se percibe supeditada a los juguetes, tanto en sus referencias como en, incluso, un giro cerca del final de la historia.
Lo que queda es una sensación algo agridulce, ya que, cuando se concentra en ser sólo una película de aventuras, “Lightyear” funciona bastante bien, con un universo interesante, personajes coloridos y tensas secuencias de acción, incluso si no llega a los niveles de profundidad temática y madurez emocional de otras películas de Pixar. Lo anterior hace que se sienta como una oportunidad perdida porque como referencia a “Toy Story” no funciona tan bien como parecían ser sus intenciones, pero cuando se aleja de ella la historia marcha mucho mejor y queda la sensación de que hubiera sido aún mejor sin ninguna referencia, sólo existiendo por sí misma.
Título Original: Lightyear
Director: Angus MacLane
Duración: 100 minutos
Año: 2022
Reparto: (voces) Chris Evans, Keke Palmer, Peter Sohn, Taika Waititi, Dale Soules, James Brolin, Uzo Aduba, Mary McDonald-Lewis, Isiah Whitlock Jr., Angus MacLane, Bill Hader