¿Puede un éxito de taquilla de un país replicarse en otro totalmente distinto? Dejando de lado las franquicias mega comerciales de Hollywood, esto dependerá en gran cantidad de cuán adaptable sean los temas tratados en la cinta. Como domina la gran mayoría de las taquillas occidentales, Estados Unidos no tiene problemas en presentar historias llenas de referencias a su cultura; a estas alturas, el mundo ya conoce gran parte de sus costumbres y jerga. Pero con otros países con menos figuración cinematográfica, esto es un poco más difícil. Hay algunos casos notables, como por ejemplo “Relatos Salvajes” (2014), una película que logró hacer humor en base a costumbres y formas de ser eminentemente argentinas. Su gran acierto estuvo en universalizar estos temas, recurriendo tanto a la exageración como a la eliminación de chistes demasiado locales. Esto la llevó a ser vista y bien criticada en todo el mundo, además de Argentina, donde rompió todos los records de público.
De una situación similar emerge “Ocho Apellidos Catalanes”, la secuela de “Ocho Apellidos Vascos” (2014), cinta que se alzó como la segunda más taquillera en la historia de España. Situada un tiempo después de su antecesora, la película encuentra a Rafa (Dani Rovira) y Amaia (Clara Lago) viviendo vidas separadas e independientes. La inesperada aparición de Koldo (Karra Elejalde) para informarle a su ex yerno del inminente matrimonio de su hija, movilizará a ambos hacia Cataluña, donde conspirarán para evitar esta situación.
A los pocos minutos de haber empezado “Ocho Apellidos Catalanes”, se establece el que será el motor tanto de la acción como de la gran mayoría de los chistes: las diferencias entre las distintas comunidades autónomas que forman España. Rafa es de Sevilla, y tiene una reacción similar a la de un gato hacia el agua cuando se entera que una de sus conquistas es vasca. Koldo, a su vez, es un fervoroso nacionalista vasco, con pocas simpatías hacia los andaluces, de los que Pau (Berto Romero), el pretendiente de Amaia, es un representante.
La gran mayoría de los chistes y momentos graciosos referencian algún estereotipo o caricatura española, y en su mayoría son bastante buenos y están bien colocados. A esto hay que sumarle las capacidades para la comedia de gran parte del elenco, quienes ejecutan estos comentarios con seguridad, generalmente acompañándolos de una cara seria y un tono de voz muy seco que realzan su efectividad; no solo están mencionando estos estereotipos, creen en ellos. El problema que esto genera, es que una parte importante de los chistes requieren de un conocimiento no menor de la cultura española. Hay algunos más simples, como un personaje negándose a pisar el suelo de una capital odiada, pero otros que son realmente obscuros. Incluso, en varios momentos el humor descansa en alguna palabra jergal de contenido y significado completamente local. Sin este elemento de comedia, el resto de la película queda expuesto como lo poco consistente que es. La historia del enamorado que trata de interponerse al matrimonio de su ex pareja ha sido contado infinitas veces, por lo que su eficacia va directamente relacionada con la arista novedosa o giro que se le inyecte. En el caso de “Ocho Apellidos Catalanes”, este es el contenido local. Pero si resulta de tan difícil comprensión para el público como lo es en este caso, termina por quedar invalidado.
Es muy probable que el equipo detrás de esta producción tuviera claro este punto, ya que a ratos se puede entrever un esfuerzo por generar momentos de humor más universales. Quizás el más efectivo en este sentido sea Pau, quien es presentado como un artista hipster, lleno de todas las características que han terminado por volver risible a esta subcultura. Al resto de los personajes les basta con apuntar alguna de sus excentricidades –el afán obsesivo por evitar los desacuerdos, su excesivo uso de anglicismos, o su constante necesidad por comentar sus logros– para crear una escena realmente divertida. La facilidad y naturalidad con la que emerge Pau, es la muestra más clara de la capacidad del equipo para hacer y deshacer con cuanto estereotipo se les pone por delante. Y en este sentido su foco está claro: buscan apuntar al mercado español, el que ya les recibió con mucho entusiasmo su entrega anterior. La duda que surge acá es si existe la necesidad de que una película claramente local, sin más pretensiones que ser una comedia que celebre estas peculiaridades, deba salir al mercado internacional.
Para responder a esto surge otra pregunta: Si los estadounidenses pueden, ¿por qué el resto no? El gesto de que se empiecen a universalizar las cintas que tienen éxito en un país no puede significar nada malo, teniendo en cuenta además la poca diversidad que suelen exhibir las salas nacionales. Quizás a futuro empiecen a llegar también las películas que hayan sido más un éxito de crítica que de taquilla; cintas que sepan presentar una cultura a un público ajeno a ella de manera inteligente y empática.
Únete a la familia global de Metallica el jueves 13 de abril para una Listening Party mundial. Podrás disfrutar en primicia del nuevo álbum de la banda, “72 Seasons”, un día antes de su lanzamiento oficial. En la gran pantalla y con un demoledor sonido envolvente, este evento especial tendrá lugar en los cines en exclusiva y por una única noche.
Funciones:
Mallplaza Calama: 19:30 hrs.
Mallplaza Antofagasta: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Coquimbo: 19:30 hrs.
Cinépolis Vivo Imperio: 19:00 hrs.
Arauco Maipú: 19:30 hrs.
Cinépolis Plazuela Independencia Puente Alto: 19:00 hrs.
Parque Arauco: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis Mallplaza Egaña: 19:30 y 20:30 hrs.
Cinépolis La Reina: 19:00 y 20:00 hrs.
Plaza Maule Talca: 19:00 hrs.
Cinépolis Vivo Outlet Temuco: 19:00 hrs.
Cinépolis Paseo Costanera Puerto Montt: 19:30 hrs.
Arauco Chillán: 19:00 hrs.